viernes, 21 de septiembre de 2018

LA COMETA


Se elevó, inmaterial,
entre algodones etéreos,
un garabato, liviano,
dibujado en el firmamento.
Ascendió
una pluma mecida en la nada,
una volátil bailarina de papel
dibujando cabriolas imposibles.
Prisionera,
de invisibles cadenas que la atan
al inmenso azul que la contiene.
Se debate, furiosa,
fintando al aire que al oído
le susurra,
jugando con sus alas invisibles
que la mecen ligera e insustancial.
Intenta huir,
¿pero dónde?,
el cielo es tan azul, tan inmenso,
solo hay cielo, y más cielo,
por doquier.
Se recuesta sobre el viento
cabalgando sobre olas imaginarias,     
y gira, y gira,
ebria de placeres aéreos
que la rozan con premura
y timidez.
Es una hoja,
mecida por brazos ausentes
en un vacío celeste.
Y vuela, danza grácil,
en un escenario inventado
por los tímidos gestos
que dibujan mis manos.
¡que belleza!,
el efímero vuelo de un deseo
columpiándose en el cosmos
del eterno azur que la acaricia.