Era nieve que se deslizaba
con pasos silenciosos
por los rincones de las salas,
sutil felino de ir por casa,
tigre en miniatura
de instintos caseros
acomodada en la pereza.
Delicada gourmette
de manjares exquisitos
ronroneando complaciente
a los mimos de alquiler,
Exploradora cautiva
de cuartos escondidos,
paseando su mesura
por el diminuto patio
que conformaba
su jungla inexpugnable.
Llegó como un silbido
como un tímido gemir
en el país de los perdidos,
un mohín hecho de pelo
erizando el vello del cariño,
el peluche de un niño
recostado sobre el lecho
que conforma nuestro pecho.
Ojos de color caramelo
incólume estola blanca
paseando su fiero orgullo
por el sabor de su mirada,
Amaba la soledad de una ventana
la libertad contenida
en el cristal que la encerraba.
Fue tímida espectadora
del pasar de nuestras vidas
recostada sobre el cojín
que conformaba su existir.
Se marchó como vino
en silencio, furtivamente,
nos robó la felicidad
de sus travesuras compartidas,
se fue sin despedirse
se agazapó entre la espera
y partió hacia la muerte.
Nunca más te robaré una caricia,
jamás volveré a tu presencia
al fiero brillo de tus ojos
presidiendo mi inocencia.
Te buscaré en los rincones
escondidos de la dicha,
pero tú ya no vendrás maullando
serás un hermoso sueño blanco
dormitando en mi desdicha.
A ESAS DOS BOLITAS DE PELO
QUE LLEGARON UNA NOCHE DE INVIERNO
E HICIERON DE NUESTRAS VIDAS
UN VERANO ETERNO
(NALA Y SIMBA)