Mares
incólumes de quietud
mecidos
por susurros aéreos,
letanías
con labios arenosos
esculpiendo
soledad perenne.
Reino
de sed y silencio, íntimo,
efluvios
de ecos milenarios
modelando
fantasías ocres
en
un cuerpo enjuto y ajado.
Parajes
paridos con vaginas de luz
cincelados
a golpes de lluvia y sol,
amante
hecho de aridez y calor
acariciado
por la belleza serena
de
mudos brazos hechos de arena.
Composición
de misterio solar
escrita
en las sábulas del tiempo,
mastodóntico
avatar de fuego
lamiendo
heridas en su piel de tierra;
paraíso
hecho con seda de estrellas
ungido
por lágrimas nacidas de un dios.
Gigante
de matojos raídos
por
cuyas ramblas yo camino,
tumba
de sueños sin nombre
tallados
en el sílice del destino.
Coloso
de resplandor y agonía
Vistiendo
una vejez sublime,
Parsimoniosa,
cálida, eterna.
Mi
alma está atrapada, por siempre,
en
la belleza de sus besos de arena
al
cálido abrazo de sus tiernos rincones
que
corren, señoriales, por mis venas.