viernes, 9 de agosto de 2019

ESPÉRAME EN EL CIELO (A Mari Carmen Muñoz Mulero)

La vida está llena de silencios preciosos, de imágenes que se adhieren a las tripas y te hacen ser un poquito más feliz, de personas maravillosas que se quedan a vivir en tus recuerdos y te roban una sonrisa cuando se asoman a la ventana de tu pensamiento. Así recordaré siempre a Mari Carmen, feliz, parlanchina, dicharachera como una niña traviesa que nunca se está quieta. Recordaré aquellas tardes encantadas paseando desde el internado hasta la tienda para comprar un bollo de chocolate, las horas sentados en las aceras del instituto contemplando la limpieza de su sonrisa, escuchándola hablar sin descanso como un hermoso sueño hecho palabras. La huida de Huércal Overa y nuestro reencuentro en Almería, las lágrimas de la despedida y los besos que habitan en la memoria, besos grabados con el fuego del cariño más sincero.
Ahora que se ha ido, solo escucho su silencio, quiero escuchar el timbre de su voz y no puedo, se ha ido y esta vez ya no habrá reencuentro, ya no habrá abrazos, ni sonrisas, ni una riada de palabras esculpiendo lo mucho que te quiero. Ahora en mi alma se amontonan los recuerdos, las tardes en la playa, los paseos por la rambla, las escaleras interminables que me llevaban a la puerta de tu casa, la sonrisa que nunca se borraba de tu rostro, aquella tarde de cine donde después de ver "el silencio de los corderos" me diste una clase de psicología, y sobre todo, el calor de tus manos cuando me abrazabas, el latido de tu corazón diciendo "somos amigos del alma".
Me duele la vida, esa vida injusta y cruel que ha llenado mi mundo de silencios, que me ha robado un pedazo de cariño y ha hecho de mi corazón un pozo de tristeza. Cierro los ojos y aún puedo verte, divertida, radiante y dulce, como un día de instituto adornado con las guirnaldas de tu belleza, de tu sinceridad, de una ternura que se posa en las almenas de la necesidad y quiero verte, abrazarte, decirte al oído que por siempre seremos amigos.
No he podido despedirme, disfrutar de tu sonrisa una última vez, escuchar tu voz y dejar que el tiempo se detenga entre tu mirada y la mía, no he podido y no imaginas como duele, no imaginas el vacío tan inmenso por el que vagan mis sentidos, la agonía de un soñador que solo quiere abrazar la fantasía, abrazar a aquella niña que llegó al internado y se instaló en mi corazón para toda la vida. 
Te he escrito versos, homenajes minúsculos a todo el cariño que te profeso, pequeños besos hechos palabras para besarte desde el cielo, para dibujar con tinta ese corazón que tanto quiero, para que los recuerdos sean poemas y nunca se las lleve el viento. 
Para mí nunca te irás, para mí siempre serás aquella niña que se despedía con lágrimas cuando nos dijimos "espero que volvamos a vernos", aquella mujer a la que iba a ver en bicicleta y me recibía con los brazos abiertos, para mí siempre serás el refugio al que acudía cuando el mundo era una mentira, para mí siempre serás mi mejor amiga.


ESPÉRAME EN EL CIELO