Te busco,
en la soledad
en los silencios rotos
en las camas deshechas
en los labios inocentes.
Te busco,
en las noches de luna llena
en las pobres almas en pena
en las manos desnudas
que dejan un reguero de cariño.
Te busco,
en las hogueras de la
melancolía
en las miradas que pasan de
largo,
en las arrugas que decoran el
rostro
en los cuerpos vencidos por la
edad.
Te busco,
en las oquedades del tiempo
donde se marchita la lujuria,
en el murmullo de las palabras
que rompen contra la memoria.
Te busco,
en las aceras de la
concupiscencia
donde se desangran las
promesas,
en esa deliciosa y efímera
belleza
que desborda la imaginación.
Te busco,
en los amores sin nombre
que pasean por la tristeza,
en las grietas desgastadas
que dejan los besos perdidos.
Te busco,
en las mesas de juego
donde nunca gana el amor,
en los abrazos fríos
que hielan el corazón.
Te busco,
en las calles desiertas
en los desiertos de besos,
en los callejones de la
ausencia
donde habitan las lágrimas.
Te busco,
en los mares infinitos del
olvido
donde naufraga la nostalgia,
en las temibles tormentas
que desatan los recuerdos.
Te busco,
en el perfume de las
habitaciones
en los aromas que despide el
pasado,
en los efluvios de unas
caricias
escritas en la timidez de tu
cuerpo.
Te busco,
sé que ya no estás,
que nunca volverás,
te llevaste todo mi mundo
dejando solo un corazón roto.