Se alejó, como un cometa devorando la distancia, dejando solo la impronta luminosa de su escueta presencia. Una amalgama de vivencias esparcidas por las curvas del tiempo, un tenue repicar de recuerdos subidos en un autobús con destino a ninguna parte. Se fue, tenía que irse, desde el mismo momento en el que dejó su primer beso sabía que habría un último suspiro, una tímida caricia que sería una muda melodía de seducción entonada por el crudo sonido de una despedida. No hacía frío, pero la tristeza le calaba hasta los huesos, el corazón latía como un moribundo que anhela una última bocanada de aire, un último beso, una ultima mirada que se quedé para siempre escrita en la memoria. Le había escrito unas palabras, una ínfima esquela desdibujada sobre un sucio papel, un obituario de corazones rotos, pero no se la había dado, lo sostenía en la mano como un niño que ha perdido su sueño más preciado, como el guerrero cansado de luchar que espera que la muerta lo abata, como el payaso que descubre que lo abraza la tristeza. Lo dejó todo desordenado, mi vida, mis sueños, mi alma y mi corazón, todo esparcido por el tiempo como ese niño que se cansa de sus juguetes y lo deja todo tirado en el camino. No sentía nada, hay momentos donde el mundo se hunde bajo tus pies pero no te importa, momentos donde tu vida se incendia pero te da lo mismo quemarte, momentos que conservas en las estancias de la memoria para que, de vez en cuando, den sustento a la tímida alegría. Se fue, en silencio, como solo puede irse una dama sin complejos, como una princesa que deja huérfano su reino, como ese cometa que solo pasa un instante pero deja que perdure su belleza. Ahora que ya no está habita cada uno de mis sueños, pasea su tímida belleza por las estancias vacías, y si dejo que el silencio se acurruque en mi alma aún puedo sentir como me acaricia su sonrisa. A veces entro en una habitación vacía y percibo el tenue aroma que desprendía su cuerpo desnudo, ese suave perfume que exhalaba su piel cuando pasaba por mi lado, esa sensación tan extraña de que estás solo pero sabes que nunca se ha marchado. Ha pasado el tiempo y aún me veo en esa estación vacía contemplando tu partida, aún me despierto y miro al cielo esperando tu regreso, aún escribo versos con las letras de tu nombre y aún conservo todos y cada uno de tus besos.
ME ENAMORÉ DE LA EFÍMERA BELLEZA
QUE PASA PERO NUNCA SE QUEDA,
DE LOS AMORES DE PASO QUE CALIENTAN
PERO NUNCA TE QUEMAN.
ME ENAMORÉ DE UNA ESTELA EN EL CIELO
DE UNA MUJER DE FUEGO
QUE DEJÓ MI CORAZÓN HECHO CENIZAS.