Me ruboricé con amores de paso
con labios que sabían a promesas
amé sin tiempo y regalé mis lagrimas
a corazones que no sabían de nostalgia.
Viví deprisa pero amé despacio
robé corazones que pedían cadenas
princesas hechas de anhelos rotos
y noches que nunca terminan.
Fui huésped de caderas olvidadas
besé la belleza de lugares prohibidos
me alimente de placeres sin nombre
y mujeres que habitan los sueños.
Dejé que la primavera fuese otoño
que la felicidad se hiciese tristeza
lloré abrazado al famélico olvido
y dejé mi pasión en labios perdidos.
Visité el cielo de los no perdonados
el infierno de los que nunca fueron amados
el purgatorio de los besos nunca dados
las caricias que se quedan, por siempre,
en las manos.
Hice el amor en dormitorios vacíos
y yací con cuerpos desprovistos de alma
me enamoré de una mirada inocente
de las palabras que arropan los sueños,
y confundí las notas del placer pasajero
con los tenues suspiros del amor verdadero.
Fui desterrado a paraísos sin nombre
donde los orgasmos se vendían a saldo
donde los besos se dejaban en la calle
para los labios que quisiesen usarlos.
No volví a la dulzura de sus ojos tristes
ni a los pecados que dejan sonrisas,
no volví a sentir el perfume de sus besos
en la melancolía que desnuda al pasado.
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