miércoles, 25 de julio de 2018

PRECES


La amé,
sus ojos dibujando azules
prendidos en el triste neceser
de mis humildes labios rotos.

La amé,
su pelo soñando cascadas
de tibias aguas doradas
bañando mi ansia desnuda.

La amé,
en las curvas del camino
vagabundo de sus encantos
abrigando mis noches lacias.

La amé,
tenía que amar su silencio,
el rubor de sus torpes manos
rozando mi intimidad virgen.

La amé,
sin razones ni propósitos,
el olor de su sexo húmedo
visitando mi corazón seco.                           

La amé,
las arrugas presas del tiempo,
manchaban los rincones de su rostro,            
atadas a lágrimas huérfanas.

La amé,
como no iba a amar su sonrisa,
una pirata de momentos tiernos                    
abordando mis deseos carnales.

La amé,
un axioma de tristes postulados
escritos sobre páginas garabateadas
en el cuaderno del amor eterno.

La amé,
si, la amé, sin dudas razonables,
trazos de saliva en su cuerpo
caminos de placer imaginarios.

La amé,
no por todo aquello que me dio,
por el calor de su cuerpo herido
que un día, como hoy, me abrigó.         

La amé,
en los recovecos del pasado,
una diminuta muñeca sin ropa
vistiendo mi cuerpo expoliado.

La amé,
en algún lugar ya olvidado
fui preso de sus besos robados
mártir de sus palabras vacuas.

La amé,
y me pregunto el porqué,
me robó mi cálida inocencia
peregrino del calor de sus caderas.

La amé,
que funesto despertar sin ella,
las sábanas saben a nostalgia,
al perfume de sus abrazos rotos.

La amé,
un camino de miguitas dulces
perdidas en las habitaciones frías,
un desvío de placeres sin aviso.

La amé,
y aún la amo, en algún lugar,
sus besos bostezan sin dueño
aburridos de amores eternos.

La amé,
la canción hecha con las notas
del vaivén de sus caderas
musitando un placer edulcorado.

La amé,
aún conservo el aroma de sus ojos
entre los huecos de su ausencia
prendida con las hebras del deseo.                         

La amo,
ya no necesito sus caricias falsas
sus noches de lujuria inventada,
el rumor de sus dedos fríos                         
vagando en el ayuno de mi cuerpo
pero Dios, ¡ como la amo!.

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