Si la muerte me visita en las tristes noches de invierno no quiero plañideras que dibujen cánticos húmedos hechos de olvido, ni recuerdos áridos donde enjuagar las penas caducas. Dejad que me vaya con ella, que el silencio sea una orgía de risas, que las palabras se hagan caricias y que la noche se tiña con la belleza de todo lo que hice en la vida.
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