He despertado entre la bruma de la necesidad y el blanco manto de la nostalgia, ataviado con los viejos sueños que nunca me abandonan y hambriento de unos mendrugos de felicidad. Esa felicidad efímera que pasa como una tormenta y deja sonrisas en los rincones más inaccesibles del alma, ese aroma que a veces se hace imperceptible pero basta cerrar los ojos un instante para percibir una gama cromática de sensaciones que azuzan los recuerdos. El tiempo se desliza con quietud, inexorable, como la arena que avanza incansable aunque parezca que nunca se mueve, pero su belleza estática lo devora todo a su paso, y cuando abres los ojos ya no queda nada, solo el silencio que revolotea entre las manos vacías y los amigos olvidados. Sueños rotos, desvencijados en algún oscuro rincón del corazón, amores imposibles que dan forma al deseo y dejan un lastre de cenizas en los cuerpos gastados de damas etéreas que escriben melodías inacabadas en la partitura de la melancolía. El viento sopla, frío como los sentimientos no correspondidos, como las sonrisas dibujadas por la cortesía y las miradas que perdonan la vida. No queda tiempo para pedir perdón, para dejar una caricia furtiva en el rostro de la tristeza, para escribir unos versos en el corazón del infortunio. Retazos de besos caducos manchando de saliva las escuálidas curvas de la ternura, la mirada triste de quien sabe que no tiene nada y solo busca un regazo cálido donde dejar descansar sus maltrechas penas. El tiempo huele a soledad, a mujeres banales que solo fueron aves de paso, a sexo gastado deprisa en las esquinas de las pasiones rotas. No hay bandas sonoras, ni finales felices, ni un último beso escrito sobre unos labios que saben a gloria, solo queda el murmullo de unos latidos difusos que se apagan con el paso del tiempo, de unas palabras que no dicen nada porque el silencio les ganó la batalla, de un amor no correspondido que pasea su tristeza por las desoladas calles del olvido, pero cuando cierro los ojos es mi sonrisa la que escapa de esos besos que una vez pasearon su gracia por la felicidad de mis labios.

HABITO PRISIONES DE RECUERDOS
CORAZONES HERIDOS QUE SANGRAN DE FRÍO
HABITO EN LA CALLE DEL OLVIDO
DONDE SE MUEREN LOS AMORES PERDIDOS.
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