Se acurrucó en el corazón y dejó que el tiempo pasase sin prisa, que el amor madurase despacio, que los besos se hiciesen adultos y las caricias descubrieran su cuerpo. Dejó que su corazón latiese deprisa y la pasión se consumiera en el placer que desprendían sus labios, que las miradas se hiciesen promesas y las palabras engendraran silencios eternos.
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