Ya no hay princesas, ni dragones, ni cuentos con final feliz. Ya no hay besos ni labios que los quieran recibir. Ya no hay un corazón que comparta mi latido ni unos ojos que me miren con calmado frenesí. Ya no hay promesas, ni sonrisas, ni silencios llenados con caricias, ni esa dama de ojos color caramelo que se moría por mi a diario, Ya no hay canciones de amor, ni batallas de besos, ni un lo siento, ni un trémulo te entiendo. Ya no hay miradas entre los dos que escriban una historia, ya solo tengo tu nombre tatuado en el alma, tus besos guardados en el baúl de mis recuerdos y tus "te quiero" enredados en la tímida nostalgia. Ya no tengo nada porque tú lo eras todo, porque bastaba tu presencia para dar sentido a cada día, porque ahora que te has ido ha muerto mi desbordada fantasía. Ya no hay un mañana, un "te espero", una sonrisa enmarcada en la mirada, ya no me despierto y velo tu sueño ni escucho tus pasos ronroneando en el silencio. Ya no hay princesas, ni dragones, ni cuentos con final feliz. Ya no soy aquel caballero que se moría cada noche por descansar en tu regazo, ni el travieso lazarillo que veía el mundo a través de tus ojos, ya no me recuesto en el paso de los días ni las horas son el camino de baldosas amarillas que me llevaban cada día al país de las eternas maravillas. Ya no hay unas manos que me agarren para que nunca pierda el equilibrio en el filo del cariño, ni ese cariño donde podía refugiarme cuando la realidad desprende tanto frío. Ya no sueño con amores imposibles, con lugares inalcanzables, con mujeres que hacen magia con el verbo apagado de sus besos. Ya suelo vivir en el pasado porque me muero en el presente, porque ya no hay un futuro donde podamos compartir una frase, un café, un silencio o una sonrisa. Ya no hay versos de diario en la alcoba ni poemas escritos en la cocina entre la sal y la pimienta, ni cruces de miradas que lo decían todo y se burlaban de lo cotidiano. Ya no puedo dejar que me abata la tristeza, aunque es un fiero depredador que me acecha a diario, porque ya no puedo refugiarme entre tus brazos, porque no tengo nadie que me rescate del terrible desamparo. Ya no importa si es hoy o mañana porque todos los días son iguales, ya no me importa el lugar hasta donde me lleven mis pasos porque he perdido el rastro de los tuyos y solo soy un arlequín perdido en la soledad del camino. Ya no hay princesas, ni dragones, ni cuentos con final feliz. Ya no puedo cerrar los ojos y dejar que la placidez de mis sentidos viajen por tu cuerpo desnudo, garabatear en una servilleta el trazo difuso de un amor de diario, dejar que las tormentas se llenen de besos y frases obscenas. Ya no habrá finales felices, ni unos labios carmesí dejando su impronta en el espejo de la impaciencia, ni esas lágrimas que derramaste mientras recostabas tu cabeza en mi hombro para decirme, que a veces, el amor está hecho de tristeza y sal. Ya solo quedan los recuerdos que son el único paraíso del que jamás nos pueden expulsar.
A VECES EL AMOR NACE DE LAS DIFERENCIAS
DE LOS SILENCIOS, DE LAS MIRADAS DISTRAIDAS.
A VECES LAS PRINCESAS HABITAN LOS RECUERDOS,
ESOS SILENCIOS, ESAS MIRADAS,
Y SOLO BASTA UN SUSPIRO PARA PODER TOCARLAS.
A VECES LOS DRAGONES SE ENAMORAN DE IMPOSIBLES,
DE DONCELLAS CREADAS DE PURA FANTASÍA,
DE QUIMERAS HERIDAS POR LA CRUDA REALIDAD.
Y CUANDO QUIERES IR A BUSCAR LA FANTASÍA,
SOLO ENCUENTRAS EL VACÍO DE LA TRISTEZA
PORQUE YA NO HAY PRINCESAS, NI DRAGONES,
NI CUENTOS CON FINAL FELIZ..
SOLO QUEDA EL SILENCIO DE LOS CORAZONES ROTOS
QUE JAMÁS PODRÁN SER REPARADOS,
Y EL ÚLTIMO DRAGÓN SE MUERE DE OLVIDO
ENROSCADO EN EL OSCURO SILENCIO QUE QUEDA
CUANDO LA FANTASÍA EXHALA SU ÚLTIMO ALIENTO.
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