lunes, 30 de julio de 2012

A LA MUSA QUE CUSTODIA MIS VERSOS

Escribo desde que el mundo era más dulce, más tierno. Cuando el algodón de azúcar sabía a felicidad y recuerdos eternos, cuando la fantasía corría desbocada entre campos plagados de poemas efímeros. Aún siento el aroma de mis primeros versos, mis primeras palabras dibujando sentimientos sobre el inmaculado desierto de cellisca que desafiaba mi inspiración. Aquella sala de estudio sencilla, humilde, casi espartana, donde se agolpaban mis anhelos y mis versos pugnaban por dejar su impronta con un trazo impreciso e infantil. Han pasado muchos años, un desfile de momentos y lugares, de alegrías y tristezas, que han forjado mi carácter y me han convertido en el ser humano que soy hoy. Mis versos han volado como golondrinas traviesas, haciendo cabriolas entre corazones amables, acariciando el tiempo como un soplo imperceptible de belleza cautiva, ajenos al mundo que les rodeaba. Pero un día, el aliento de un alma sensible se posó entre los raídos recuerdos de tiempos inmemoriales y mis versos florecieron gracias a la ternura de sus ojos, al roce de sus labios dibujando sonrisas ilusas, que diría su hija, y el verso se hizo mujer, y el perfume de sus palabras impregnó mi inspiración como un torrente de estrofas nacidas a la luz de sus caricias, como un parto infinito de versos que se enredan en las entrañas de lo prohibido y paladean el sabor a nostalgia de su cuerpo. Este blog es un homenaje eterno a la mujer que me devolvió mi poesía y despertó al poeta que dormitaba en los rincones oscuros de mi pasado. Este blog en un homenaje a Begoña, la mujer que acaricia con la estela de sus ojos, que besa con el roce de sus manos, que sonríe con la dulzura de sus gestos. Y es un regalo para todas las almas sensibles que se alimentan de poesía y sienten que los versos son besos dados con el corazón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario