jueves, 27 de octubre de 2016

Hoy me pides perdón, y hace mucho tiempo que no hay nada que perdonar, tan solo dejar escrito en el rayajeado cuaderno del agradecimiento todo aquello que me enseñaste con lecciones amargas de lágrimas robadas. Fui profesor de la tristeza y alumno del desconsuelo, suspendí los exámenes de besos prohibidos y dejé que las materias del curso de amores eternos solo fuesen grises garabatos en el papel inmaculado de un corazón destinado a repetir la asignatura de mentiras piadosas.

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