miércoles, 19 de octubre de 2016

VIAJE DE IDA

Se rodeó de silencio para poder escuchar tan solo a su corazón, dejó los miedos arrumbados en el desván de esa dama que llaman soledad y cambió la letanía de sus lágrimas amargas por la epopeya de una sonrisa limpia. No esperó a nadie porque a nadie hay que esperar cuando habla el corazón y sus palabras son alimento eterno para la felicidad. Encontró tantas cosas hermosas en su camino que dibujo la belleza con el trazo firme de sus labios, pero nunca cambió una sola de sus sonrisas por la vanidad de unos ojos que prometen imposibles y dejan cicatrices eternas en el recuerdo. El tiempo pasó, como pasan las horas que dejan un tenue perfume a nostalgia en la piel de los días, y viajó tan lejos que nunca más deseo regresar al gris de una vida que se moría de ansiedad. Aún hoy, cuando cierra los ojos, puede contemplar los rostros, las miradas, las caricias, incluso puede sentir el roce de unos labios que nunca aprendieron a besar jugando con lo que él creía era una oda a la felicidad. El mundo cambió, los recuerdos se hicieron esquirlas en la memoria y las personas música apagada en la lejanía de un destierro consentido, murmullos de pasiones ajenas que se aferran a la mediocridad de corazones estériles, sonrisas vacías que no pueden alimentar el devenir de los días y miradas tan turbias que no te dejan ver el ocaso que se cierne sobre el alma. Fue feliz, sin nada, porque no se necesita nada cuando se está en paz consigo mismo, cuando te alimentas de la ternura que dejan esparcida por tu cama cada amanecer y despiertas saciado de besos y caricias. 
A veces, cuando paseaba por los jardines de la memoria sentía un tenue deseo de regresar, de componer viejas melodías con pasiones nuevas, pero su corazón cansado de quimeras volvía a recostarse entre los campos de sueños juguetones que dan forma a los sentimientos y sabor a la felicidad.

LA MÚSICA MÁS BELLA ESTA COMPUESTA 
POR LAS NOTAS QUE NACEN DEL CORAZÓN.

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