Escribió su amor con besos humildes, con labios que componen una prosa sencilla, con un corazón cansado que desafía a la melancolía. Escribió el deseo con la tinta indeleble del amor para que no pudiese borrarlo el paso del tiempo, y dejó un reguero de caricias tatuadas en su piel para que siempre supiese encontrar el camino de vuelta a la felicidad.
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