viernes, 5 de mayo de 2017

ODA A LOS BESOS PERDIDOS

La noche pasa despacio, un furtivo desfile de sentimientos ambarinos que dejan un destello fatuo en el alma. Horas plácidas que se deslizan coquetas entre las sábanas vacías, un glosario de sueños que hacen el amor con el silencio. Los ojos cerrados, el corazón dormido, el alma desnuda, las lágrimas jugando a besos con la soledad, abro los ojos y tú no estás. Sonatinas de besos que llenan las noches de una lujuria inventada, caricias ausentes que se hacen añicos entre bosques marchitos de ilusiones moribundas de hastío. La vida pasa, pero a veces el amor se queda, tan solo un ratito, para jugar a cariño con los corazones heridos, para dejar la impronta de unos labios que nunca se olvidan, para alimentar la ternura que dan los sentidos. Otras veces el amor se va, deprisa, para no molestar, y es necesario aprender a soñar para encontrar de nuevo los besos huidos, las noches que se hacen suspiros, las caricias que convierten la piel en un campo de juegos prohibidos donde la felicidad corre desnuda y se burla del miedo.
El corazón es un reloj que marca las horas vacías con suaves latidos, un compás que recita tu nombre perdido, un soldado herido que busca consuelo en los dormitorios sin nombre de mujeres sin rostro. Aún sueño tus besos, el sabor de tus labios inundando mi cuerpo, la ternura brotando a borbotones en los encuentros furtivos, el placer que se escapa de cada gemido. No estás y sin embargo te siento tan cerca que casi te puedo tocar, casi puedo sentir como tu sonrisa aletea en la soledad del alma y se hace trueno en la inmensidad del silencio. Mis manos son mártires de tu cuerpo ausente, peregrinas de la belleza de un paisaje caliente hecho de sueños y momentos ardientes. No estás pero en mi corazón perduran un glosario dulce de placeres íntimos que se escriben con labios escondidos y besos prohibidos.


LOS BESOS MÁS DULCES SON LOS QUE HACEN SOÑAR AL CORAZÓN

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