A las
parejas de hecho que incendian las sábanas en la candidez de su lecho. A los
matrimonios que desafían el tiempo y aún disfrutan de excesos entre el placer
de mil besos. A todas aquellas mujeres que con una sola mirada dicen “te amo”
de forma callada. A las amas de casa de moral relajada que cuando lloran en
silencio siempre son consoladas. A las que despiertan deseos prohibidos en el
vaivén de sus nalgas, a las que consuelan con solo mirarlas, a las que perfuman
la vida sin ellas saber nada, a todas las mujeres que regalan momentos que
endulzan el alma. Para todas ellas, y muchas más, mi eterna devoción por
hacerme soñar. Hoy no es vuestro día, todos los días son vuestros porque hacéis
que un latido se convierta en estruendo, un corazón en una tormenta de anhelos,
y un beso, ¡dios un beso!, despierte nuestros más húmedos sueños. Para todas
ellas mi perpetua admiración.
AYA.
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