miércoles, 26 de febrero de 2014

PEREGRINAR

Busqué el silencio,
en el murmullo apagado del tiempo
en el desfile de mujeres frías
usurpando mi lecho ardiente.

Busqué la gloria,
en los compungidos campos de sueños
en las miradas huérfanas de orgullo
de ojos heridos por la rabia ciega.

Busqué la inspiración,
en la belleza ausente de gracia
en los salones lúgubres del martirio
donde vaga la arrogancia perpetua.

Busqué la esperanza,
en unas manos canosas dando clemencia,
en los altares de dioses arrogantes
que escupen veneno hecho palabras.

Busqué la comprensión,
en la mira fría de un fusil oxidado
en el acero glacial del desafío caído
rompiendo contra voluntades de papel.

Busqué el amor,
en los labios que sueñan con besos
en las curvas gráciles que pintan deseos
con el aroma caduco a sexo y excesos.

Busqué la inocencia,
en un rostro manchado de hambre
en los gritos que pasean la esperanza
por los salones del eterno infortunio.

Busqué, y no hallé nada,
la duda cabalgando desnuda,
el miedo vestido de fiesta,
el amor malherido de tedio.

Busco, la soledad hecha andrajos
huyendo de la escena del crimen,
el sabor a nostalgia de un himen,
los besos que pasean su desparpajo
por miradas que callan soledades.
AYA

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