EL HOMBRE ES UN LOBO PARA EL HOMBRE
Hace mucho que no escribo en este blog y aunque el tiempo es un tirano que marca con férrea obscenidad mis actos, si que quiero que este año mis palabras entonen una sinfonía de notas marcadas por el ritmo de la belleza serena que acaricia mi mente.
El mundo, un lugar inhóspito, donde los versos son maltratados por lenguas viperinas vestidas con traje de Armani, donde las palabras son hermosas promesas vacías que pasean su vergüenza por labios indecentes que escupen sonrisas necias. Vivimos atados a la correa de traficantes de sueños armados con talonarios de penas que firman desgracias en despachos robados a la penuria. Estamos gobernados por lobos que balan mentiras disfrazados de tiernos corderos, por déspotas que engordan sus cuentas con el sudor de los pobres que lamen los restos resecos de la necesidad. Decía Rousseau: el hombre es bueno por naturaleza es la sociedad quién lo corrompe. La sociedad es un lupanar donde pasean sus miserias princesas del pueblo que presumen de ignorancia en canales carentes de decencia. Una jauría de políticos que manchan de odio las entrañas del pueblo. Un festín de banqueros que devoran las mismas entrañas de la inocencia y se beben la sangre de los trabajadores cual vampiros sedientos de oro. La sociedad es muy culpable de todas las miserias que campan cual trágicos jinetes por las estepas de la indecencia, pero también es cierto que el ser humano no es bueno por naturaleza, ya lo decía Thomas Hobbes: el hombre es un lobo para el hombre. Somos la única especie que pone la individualidad por encima del grupo. Nuestro mayor logro, nuestro cerebro, culmen de la evolución, nos hace ser egoístas, necios, avariciosos, pendencieros y egocéntricos. Y al final de toda esta ruinosa cadena todos los eslabones somos culpables de las miserias humanas que nosotros mismos creamos. Nos dejamos gobernar por líderes mentirosos y viles, por monarquías que esconden sus bajos instintos tras una corona hecha con el sudor de aquellos que le otorgaron el poder. Cuando miro los periódicos o los espacios televisivos de opinión pública mi mente viaja en pos del pasado, y me vienen imágenes de una Edad Media donde se rendía vasallaje a los reyes y poderosos, donde los hombres, y no digo ya las mujeres, tan solo eran meros peones de señores feudales, vidas sin valor al servicio de seres divinos más miserables aún que los vasallos a los que gobernaban. Siglos de lucha para alcanzar unos derechos de los que hoy nos despojan porque según ellos estos son los causantes de todas las desgracias que asolan mi país. Hemos pasado del despotismo ilustrado al despotismo sin más. Porque aquellos que llamamos políticos no son otra cosa que déspotas aferrados cual sanguijuelas al poder que les dan unos votos, porque en su terca ignorancia no saben, o no quieren saber, que todo su poder descansa en nosotros, y que algún día, y espero que no muy lejano, ese poder que tanto ansían los devore hasta las entrañas y solo deje un leve rumor de prepotencia vacía.
Tan solo soy un eslabón, una gota de agua en un mar de protestas, pero quiero que mi voz se eleve hasta el cielo, que todos esos políticos con almas de hielo, y todos esos banqueros con corazones de acero, sucumban a los pies del pueblo, que sus pecados se limpien con el sudor de sus frentes y no con talones en blanco, que su vanidad se ahogue en las arcas del pueblo, y que todo lo que han robado con palabras baldías sea devuelto a un pueblo que clama justicia, que pide decencia, y que suplica pan en lugar de promesas.
Somos lobos gobernados por lobos alfa, y en el seno de la jauría solo los más fuertes tienen todos los derechos. Lastima que todos no seamos corderos balando por unos derechos que nos hagan iguales, lastima que el el hombre sea un lobo para el hombre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario