Las palabras se visten con besos sinceros.
y la soledad se rodea de recuerdos.
La felicidad iverna en corazones ausentes,
y las miradas furtivas se mueren de frío.
Noche eterna en el alma peregrina
que vaga perdida por un mar de tristeza;
y el amor nazareno pasea su penitencia
por unos labios que sollozan anhelos.
El deseo se muere en sus cuarteles de invierno,
la pena se desnuda por unos míseros besos
ya no queda cariño para tantos excesos,
la alegría está salpicada de amargos lamentos.
Los días son plegarias que arañan tu nombre,
las noches un paseo por tu cuerpo desnudo,
un muestrario vacío de placeres ausentes
que alimentan de sueños mi alma inocente.
Vivo en el destierro que me ha dejado el silencio,
versos mustios que huelen a amores rotos;
tímida nostalgia que sabe a tu dulce sonrisa
mientas la espera hace el amor con la prisa.
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