Habitaciones calladas que despiden soledades, calles opacas donde se desvisten miradas, noches serenas amenazadas por besos desconocidos. En la oscuridad los labios sin nombre dejan huellas eternas en las caderas del deseo. El silencio se acurruca entre dos cuerpos calientes y el tiempo se detiene a contemplar la belleza sin mácula de los amores de paso. Altares hechos en cuerpos desnudos donde se rezan plegarias de besos y se cumplen penitencias de caricias. Templos vedados donde el placer rinde culto a mujeres sin nombre y las palabras se callan para que las manos descubran paraísos perdidos donde cualquier apetito es bienvenido. El abandono se viste con sonrisas desnudas, con roces íntimos que saben a pedacitos de cielo, con promesas atadas al deleite del tiempo. Los gemidos horadan la virginidad del silencio, los suspiros son oraciones entonadas al dios del deseo y los labios se buscan como dos adolescentes en celo. La noche se desvanece como un ladrón furtivo y solo deja un mar de lamentos y un perfume a nostalgia en la piel del recuerdo.
Aún puedo sentir el roce de sus manos corriendo por mis sueños, las curvas de su cuerpo enredadas en mis dedos, su sonrisa escapando de mis besos. Aún puedo sentir como su cuerpo se estremece cada vez que lo toca mi deseo, como la noche se hace eterna entre el perfume de su sexo, como cada noche vuelve y acaricia mis sentidos.
SUEÑO TU CUERPO DESNUDO, TUS BESOS CALIENTES,
LA TERNURA DE TUS MANOS, LAS CARICIAS DE TUS OJOS.
SUEÑO TUS LABIOS HÚMEDOS, TUS NOCHES INFINITAS,
TUS PECHOS DULCES Y TUS SONRISAS PERFUMADAS.
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