No es necesario que me busques, que tus manos acaricien el vacío de mis manos ausentes, que derrames lágrimas por los placeres perdidos en aquel colchón gastado y aquella habitación fría. Nunca me he ido, todo mi cariño se quedó a vivir contigo y solo necesitas la llama de un recuerdo para encender de nuevo toda la pasión que hemos compartido.
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