Una vez hubo un mundo habitado por sueños imposibles, regido por los designios de amistades imperecederas, perfumado con sonrisas sinceras y miradas que llenaban silencios. Un mundo donde los días no importaban y las noches pasaban como una brisa suave que dejaba paz en el alma. Un mundo donde las risas bailaban desnudas con la ingenuidad que da el cariño y las palabras solo eran un bosquejo de amores sin dueño lamiendo el misterio. Un mundo carente de miedos donde una mano era un puente tendido para cruzar el desaliento y bastaba un segundo para conquistar la alegría. Un mundo donde no solo importaba el momento y los corazones tenían sentimientos, donde la felicidad se medía en besos perpetuos y un abrazo bastaba para derrotar la tristeza. Un mundo donde una victoria te llevaba hasta el cielo y una derrota no encontraba consuelo. Un mundo donde un "lo siento" era suficiente para perdonar una afrenta y la verdad era una doncella atenta. Un mundo donde se compartían los sueños y solo había una meta, donde las tardes eran eternas y las mujeres un racimo de estrellas. Un mundo donde las heridas de guerra tan solo eran rasguños y las batallas se ganaban con un balón en la mano. Un mundo donde el paraíso estaba encerrado en una glorieta y un beso era un regalo sin precio. Un mundo donde corría por un campo de sueños y el futuro era una quimera lejana. Una vez hubo un mundo donde solo importaba el presente, un mundo hecho de amigos, un mundo perdido, un mundo creado para ser feliz.

HAY PARAÍSOS DE LOS QUE NUNCA PODEMOS SER EXPULSADOS:
DE LA SONRISA DE UN NIÑO, DEL AMOR DE UNA MADRE
DE LOS RECUERDOS QUE HABITAN EL PASADO.
No hay comentarios:
Publicar un comentario