La vida me ha enseñado que nadie es insustituible. Que hay personas que cuando se van dejan un hueco tan grande que el eco de su ausencia resuena en el tiempo. Es un espacio tan inmenso que terminas perdido dentro de él. Que el mañana ya es hoy y que hay que vivirlo con el dolor en el alma. La vida me ha enseñado que si sabes esperar vendrá otra persona que con su sola sonrisa será capaz de llenar, por si sola, el hueco por donde se escapa la vida. Hay cosas que no me las ha enseñado nadie, las he aprendido yo solo. Nunca te quedes llorando por quien dio tan poca importancia a tu felicidad y lucha por aquellas personas que quieren llegar, que se mueren en silencio por devolver, a tu corazón, las ganas de soñar. Por mucho que duela, por mucho que grites. Recuerda que hay personas en el mundo con un alma tan bella que su sola presencia engendra alegría. No lo olvides cuando estés solo, no mereces tan mala compañía, deja que huya, que vuele tan lejos que no te duela la vida. Espera paciente, no desesperes, hay corazones perdidos que no encuentran el camino para estar a tu lado, pero cuando llegan, todo lo demás queda olvidado.
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