Aún creo en Papá Noel, en
la belleza inocente que destila una sonrisa, en los "te amo" que
nunca terminan, en las mujeres que venden mentiras. Aún creo que un beso puede
parar una guerra, que una noche de amor no termina cuando el sexo se acaba, que
hay lágrimas tan puras que destilan la pena. Aún creo que la voluntad es más
fuerte que el acero, que no todas las palabras conforman un credo, que hay
corazones que se baten en duelo por amores eternos. Aún creo que en la tristeza
se oculta el deseo, que en la traición se esconde el miedo, que las miradas
perdidas escriben anhelos incompletos. Aún creo que el sexo sin amor lo inventó
un incrédulo, que en las guerras de celos siempre sale herido el amor, que la
razón está muy sobrevalorada. Aún creo que el paraíso se encuentra entre unas
piernas largas y cálidas, que la amistad es la más noble de las virtudes, que
el amor es el mayor de los regalos. Aún conservo la inocencia de mi infancia a pesar
de las múltiples heridas que ha sufrido en multitud de batallas, aún miro al cielo
y mi mente se pierde en el azul celeste de la imaginación. Aún creo que un
beso es la mejor de las disculpas y que un abrazo cura la tristeza. Aún creo
que la fantasía es el mejor remedio para curarse de la realidad. Y aún
conservo, a pesar de la cruda indiferencia, unas inmensas ganas de soñar.

UN SUEÑO ES UN BESO QUE LA FANTASÍA DA A LA REALIDAD
CON LOS LABIOS INVISIBLES DE LA FELICIDAD.
DEJAR DE SOÑAR ES DEJAR DE VIVIR.