Cierro los ojos y el perfume de tu cuerpo se enreda en mis sentidos, juega en el patio de mi memoria como un niño travieso que aún no ha perdido la inocencia. Una amalgama de arrumacos dulces, ósculos tiernos y amores suaves inundando las estancias del corazón y dejando un poso de felicidad imperecedera. Recorro la poesía que dejó el calor de tus caricias y recito cada verso escrito en tu cuerpo desnudo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario