Dejó su mirada en la calle, para quien pudiese encontrarla, mecida por el viento cálido que se desliza por la primavera, acariciada por los ojos que van de paso y necesitan un lugar donde descansar. Aún pasea por las avenidas vacías en busca de corazones solitarios en los que posarse y escribir la impronta de un deseo: "me moría de ganas por mirarte otra vez".
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