Cuando regresas del paraíso traes consigo la felicidad de los momentos vividos, pero una parte, muy grande, de esa felicidad se queda en las sonrisas pasadas, en los besos dados que se alimentan de sueños. En las manos que te acarician y ahora están lejos. Puedes cerrar los ojos y contemplar como el tiempo te besa con recuerdos tan dulces que no existe tristeza, pero cuando los abres solo sueñas con volver al placer de sus brazos y a los momentos que encierran deseos eternos. A las miradas que regalan besos hechos de nada, pero que te dan la vida cuando piensas en ellas. El paraíso se encuentra allá donde descansan tus sueños, y mis sueños pasean su espera por una sonrisa y unas palabras que habitan, por siempre, mi alma.
A Irina, que me ha dado la vida con su sola sonrisa. A su belleza hecha de anhelos que pasea por su rostro y habita en lo más hondo de mi esperanza.
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