sábado, 13 de septiembre de 2014
La felicidad, a veces, se escribe con lágrimas. Son lágrimas dulces que no amargan cuando el tiempo las toca. Dejan un sabor a momentos inolvidables en el corazón; saben a sonrisas escritas con los ojos y huelen a miradas esculpidas con el deseo. Hay lágrimas que son risas cristalinas recorriendo el rostro del placer. Hay lágrimas tan dulces que las bebes y la tristeza se hace dicha. Hay lágrimas que no regalan pena, donan esperanza cristalina. Yo quiero esas lágrimas en mi vida. Quiero ojos que cuando lloren escriban notas de alegría.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario