jueves, 26 de marzo de 2015

VIDA Y MUERTE. DOS CARAS DE LA MISMA MONEDA

La Vida abrió los ojos, inmensos como océanos infinitos; contempló como el mundo apenas había cambiado en eones, la perseverancia de lo intangible, la aridez de una humanidad herida por la individualidad. Comprobó la imperturbabilidad del alma humana y el abismo insondable de corazones tan oscuros como la propia miseria. Paseó por los campos de ideales caducos trillados por las hoces del egoísmo, segados como las mieses del desaliento que no dejan crecer nada, solo la penuria que alimenta a las masas. Caminó por ciudades vacías donde vivían millones de almas, lugares tan oscuros donde no llegaba ni la luz de una tibia esperanza, donde la oscuridad yacía con la falsa conciencia, y derramó lágrimas tan tristes que cuando tocaban la tierra corrompían la fe que malvivía en la calle. Luchó contra la avaricia que lideraba ejércitos infinitos de almas corruptas, se enfrentó a las desdichas que poblaban la tierra, pero la dulce victoria era esquiva con su terca constancia, y se rindió a las lágrimas que no dicen nada pero cortan de un tajo cualquier esperanza. Derramó su alegría por las entrañas de la misma tristeza, y plantó en los campos de la desgracia las flores de la perseverancia, pero nada puede crecer en los desiertos del dinero donde reina la eterna codicia. Y tras siglos de lucha constante rindió su altruismo a ese fiero general que llaman egolatría. Se marchó a gritar a las puertas del cielo por un paraíso en la tierra donde no reinase el tenebroso desconsuelo, a suplicarle a San Pedro que la humanidad naciese de nuevo. Solo el silencio respondió a su plegaria y con la ira por bandera llamó a ese oscuro jinete que se hace llamar la Muerte, y con su guadaña hecha de miedo y su lúgubre atuendo fue cercenando de un tajo las entrañas de ese mundo que han parido ideales blasfemos. En su pálida montura galopó sobre un mundo donde reinaba la opulenta codicia, donde posaba su mano se extinguía la avaricia, y con su fría mirada exterminó de la tierra las viles falacias. Y la humanidad que despreciaba a la Vida sintió el terror que da forma a la Muerte. Las ciudades se ahogaron en gritos, la noche se hizo eterna, la sangre era un mar insondable donde se ahogaba la megalomanía de los hombres corruptos, el infierno devoró las almas que no tenían memoria y cuando la Muerte acabó su trabajo miró con sus fríos ojos a la Vida y le dijo: "No existe cielo ni infierno, solo la luz o la oscuridad del alma humana, ahora haz que la vida renazca de nuevo en los corazones de los hombres honestos".


LA MUERTE ES UN GENERAL DE LA VIDA,
UN GUERRERO SIN ALMA 
QUE SE ALIMENTA DEL MIEDO.
ES EL EJECUTOR DE LAS SENTENCIAS
QUE DICTA LA VIDA A LAS ALMAS CORRUPTAS.
NO TEMAS SU IRA, TEME SU SILENCIO,
PORQUE CUANDO LA MUERTE TE BUSCA
ES SU GUADAÑA LA QUE ESPERA EN LAS SOMBRAS.

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