Su mirada se posó en el esplendor en sus curvas, dibujó un poema de lujuria con el perfume de su cuerpo y escribió mil versos en el iris de sus ojos azules. Sus sueños se enredaron en el dorado destino de sus cabellos presos de una coleta inocente, se aferraron al vaivén de su cuerpo jugando con el aire que tímido rozaba sus formas. Una diosa hecha de gracia paseando el don de su belleza ante los ojos de un mundo que le rendía pleitesía absoluta. Su sonrisa regalaba momentos efímeros de placer cuando sus labios se deslizaban fugaces sobre unos rasgos celestes esculpidos por la belleza suprema. Sus piernas, gráciles arlequines de movimientos perfectos, deslizaban su etéreo esplendor entre un bullir de miradas que acariciaban todo el deseo que manaba de sus pasos ligeros. Era un manantial de sentimientos donde bebían los amores pasajeros, donde se acurrucaban manantiales de palabras hermosas que se perdían entre laberintos cuajados de su ausencia perpetua. Era el deseo esculpido en un cuerpo de mujer, una estatua de Afrodita viviente desafiando con el sabor de su mirada a los míseros humanos, que cautivos, soñaban sus besos ausentes. Se perdió en un cruce de calles, como si nunca hubiese existido, como ese sueño que una vez que despiertas huye de tu memoria para nunca volver, pero al igual que la terrible tormenta cuando pasa, solo dejó corazones rotos y poemas dolientes, y una calma abrazada al silencio que aún hoy alimenta mis sueños húmedos.
A la eterna belleza
sábado, 29 de diciembre de 2012
EL CAMINO
Los sueños se difuminan entre los toscos momentos de pasiones banales. Una tormenta de sentimientos baratos azotando el alma perpleja de promesas rotas. El vaivén atolondrado de vocablos que se acumulan en los labios pero tienen miedo de gritar verdades que se clavarían como cuchillos de pena en las entrañas de la ilusión. Busco el rostro del tiempo entre retazos de banalidad y petulancia, entre un mosaico de sonrisas perennes que solo esconden una falsa humanidad. Que triste es vagar por los senderos de las intolerancia bebiendo de las fuentes de la estupidez, alimentándome con las migajas que dejan los recuerdos vacuos de personas que solo engendran soledad. El camino se torna difuso, a veces imperceptible, cuando los recuerdos se aferran a tus entrañas y ciegan tu vista, cuando el tiempo golpea tus vivencias con la furia de un martillo hecho de desilusión, y tú eres el yunque donde se acumulan miles de golpes que engendran olvido. El tiempo se desliza suave, un puñado de arena escapando entre los dedos del miedo. Un batir de alas que escapan entre la oscuridad de unas caricias para nunca volver. Mis pasos dibujan un camino hecho de lágrimas, un sendero que vaga entre campos sembrados de pena, un destino, que aunque no quiera, siempre me lleva al calor de tus besos.
A la eterna belleza.
A la eterna belleza.
miércoles, 29 de agosto de 2012
ANTAGÓNICO
Pequeña,
un soplo tibio
rozando el olvido.
Dulce,
un placer pasajero
prendido en el paladar.
Mimosa,
un torrente de deleite
bañando mi desnudez.
Caliente,
un sorbo de poemas
enredado en mi piel.
Callada,
una balada muda
de quejidos sordos.
Plácida,
un rumor de sábanas
acariciando el silencio.
Eterna,
un verso sin labios
escrito en el tiempo.
Hermosa,
un manantial de lujuria
bebiendo de la pasión rota.
Melosa,
un batir de manos
posadas en el deseo.
Cálida,
un destello de luz
palpando sonrisas.
Etérea,
un suspiro errante
caduco en los labios.
Piadosa,
un manantial de besos
enroscados en el misterio.
Serena,
un mar en calma
rompiendo en mi alma.
Angustia y consuelo,
el ángel que me eleva
hasta las puertas del cielo,
furia y quietud,
el cáliz donde reposan
los efluvios de tu virtud.
lunes, 20 de agosto de 2012
MATERIAL PARA SOÑAR
Las
palabras se me hacen infinitas,
yo, escribía
soliloquios marchitos
deshilachados
corderillos de algodón
preñados
de espumas doradas,
yo,
manejaba la pluma escarlata
desvelando
ancestrales caminos
colmando
un mundo de sombras
cuajados
de fríos destinos.
Yo,
colmaba pasiones celestes,
navegando
cual ardientes veleros
sobre
mares de versos sagrados
que
dibujaban, amores pasados.
Yo, fui
diseñador de colores
progenitor
de ambiguos amores,
bebedor de
sabrosas canciones
derramadas
sobre sueños eróticos.
Los
tiempos pasados murieron,
presos de
angustia marchita,
cuajados
de mustios recuerdos,
colmados
de frases preciosas
ahogados
en mujeres hermosas.
EPITAFIO
Recuerda que cuando el desamor te abrace y el destino te
derribe inmisericorde, cuando las lágrimas mojen tu vida, cuando te halles de
rodillas bañada en soledad y la tristeza sea tu amante, entonces, vida mía, yo
habré vencido y tu derrota, aunque no lo creas, me romperá el corazón.
A LOS LOBOS DISFRAZADOS DE CORDEROS
Es lamentable la situación por la que atravesamos en estos momentos. Engañados por políticos sin conciencia, manejados por banqueros sin escrúpulos que medran como los gusanos que se alimentan de un cadáver para engordar sus arcas privadas y vivir como tan solo nosotros podemos soñar. Escuchando discursos vacíos que salen por la boca de personajes que no saben lo que significa la palabra crisis, y que mucho menos la han padecido en sus acartonadas carnes, que viven tan alejados de este concepto que no han llegado ni a olfatear el triste aroma de la necesidad. Me ofenden las arengas lanzadas desde púlpitos corroídos por la vergüenza y erigidos con el sacrifico de millones de personas perdidas en el ostracismo de los intereses bancarios, las palabras escupidas por bocas que nunca han pasado hambre, las mentiras que revolotean entre el interés variable y que esconden las verdades de los parásitos que engordan sus cuentas personales gracias a nuestro sacrificio. Hipócritas carentes de corazón que esconden su avaricia tras los rostros de los mercados, que han llevado a este país a un colapso terminal y cuyas víctimas somos los ciudadanos de a pie, los pobres trabajadores que ahora mendigan unos euros que descansan en las cuentas corrientes de unos malversadores que esconden sus riquezas en paraísos fiscales que no reportan ningún beneficio a los españoles. Y nos asfixian día a día, con nuevos impuestos, con subidas de todos los productos de primera necesidad hasta que nos ahoguen y muramos víctimas del sistema capitalista mientras políticos y banqueros nos chupan hasta la última gota de nuestra sangre como vampiros trajeados sedientos de poder ilimitado. Espero que en algún momento nos levantemos de nuestro propio olvido, que nuestra voz resuene como una sola y los cimientos del poder, podridos de tanto abuso, se resquebrajen y caigan enterrando bajo los escombros de la razón a tanto sinvergüenza y explotador que vive a costa del pueblo español.
domingo, 19 de agosto de 2012
¿FELICIDAD?
A veces cuanto más intentamos hacer felices a las personas a las que queremos estas parecen dispuestas a ser los seres más infelices del mundo. Será el alma humana que esta destinada a sufrir y no nos deja disfrutar de la felicidad que en ciertos momentos endulza los retazos de nuestras monótonas vidas. Como dijo un pensador, cuyo nombre ahora no recuerdo, "la felicidad no existe, solo los momentos felices". A medida que la vida pasa te das cuenta de cuan en lo cierto estaba este pensador. La vida es una carrera de obstáculos, un desafío constante a la desgracia salpicada por pizcas de felicidad que muy pocas veces compensan el sufrimiento padecido. Busco la felicidad perpetua como Indiana Jones buscaba el cáliz donde se vertió la sangre de Cristo, pero creo que es una empresa tan colosal y ardua que nunca tendrá fin. Espero que, al menos, mi infructuosa búsqueda esté salpicada de infinidad de momentos felices que me hagan disfrutar de este viaje que terminará en la oscuridad de una fosa.
AUSENCIA
Se perdió entre los huecos de mis dedos. Su amor fluyó como un río de sentimientos horadando mis esperanzas vacías. Se fue un atardecer, escapó como un suspiro de unos labios huérfanos de besos y su imagen se hizo eterna en las estancias de mi espera. El silencio se acomoda entre las horas, paladea el tiempo y se acurruca entre mis pensamientos, como un tímido cachorro de melancolía que ladra a las puertas del olvido. Busco entre la oscuridad de su ausencia el perfume amargo de sus ojos, azules, eternos, deliciosos. Solo halló el páramo yermo de la nostalgia untando de colores ocres mi fantasía. El aroma a caricias caducas de sus manos ausentes prometiendo una felicidad hurtada al destino. Se fue y solo me dejó su hueco caliente entre las sábanas frías. Un rumor de palabras deliciosas vistiendo una soledad que se muere de pena, una procesión de momentos lascivos que gritan presos del tiempo, un desierto de placeres que malviven en las estancias del pasado. Hay heridas que nunca se cierran, heridas de amor por las que se desangran los sueños y te dejan vacío, heridas por las que escapan todos los besos perdidos, heridas que no matan pero te hacen sufrir con delirios eternos. Mi amor es un vagabundo que se alimenta de excesos, que camina famélico entre los escombros de amores ajenos, que viste los harapos que deja la tristeza del tiempo robado. Cierro los ojos mientras la soledad bebe mis últimos sentimientos y me acurruco entre el frío que deja la indiferencia de un corazón colmado de miedos.
viernes, 3 de agosto de 2012
DESEOS
DESEOS
Quiero perderme
entre tus rizos
decirte sin
palabras que te amo
recostar mi cabeza
en tu regazo
cerrar los ojos y
respirar felicidad,
Quiero sentir el
tacto de tus besos
hormigueando por
mis labios
despertar con el
perfume de tu alma
abrazando mi cuerpo
desnudo,
Quiero que mis
tímidos abrazos
te envuelvan como
un manto
y que cada
palabra de mi boca
sea la banda
sonora de tu orbe,
Quiero conservar
tus gemidos
como un himno a la
alegría
beber el rocío de
tu mirada
cada instante de
mi vida,
Quiero que me
quieras sin dudas
sin axiomas que te
den una razón
que tus gestos
sean un homenaje
a mi sincera y
eterna devoción.
Quiero que mi
mundo seas tú
que mi ilusión sea
tu espera
que la ausencia de
mis manos
componga un poema
asustado,
Quiero ser tu canto
y tu piel
tus labios
dibujados en mi almohada
la tenue llovizna
de un día de verano
la luna que
ilumina tu noche triste,
Quiero que me
quieras sin preguntas
que no busques
respuestas en tu alma
que cada suspiro
que te envuelva
sea un vestido
diseñado a tu medida,
Quiero cerrar los
ojos y mirarte
con mi ánima
desnuda a tus encantos
que tu silencio se
funda en mis labios
como un helado de
vainilla y chocolate.
Quiero ser los
pecados que cometas
la penitencia que
te impongan
el cálido regazo
de tus lágrimas
mojando la ternura
de mi cama,
Quiero ser la
excusa de tu gozo
los gritos de
alegría contenidos
el trazo firme de
un amor eterno
recorriendo los
parajes del deseo.
Quiero que te
aflijas con mis penas
que tu llanto se
pierda en mis caricias
que los besos que
una vez perdiste
aparezcan todos
atados a mis labios,
Quiero ser el
confidente de tu pasión
el joyero donde
guardas el amor
ser el paisaje
donde reina tu paz
el océano que baña
tu ilusión,
Quiero que nunca
me abandones
tras las quimeras
de una fantasía
que tus palabras
sean eternas gemas
engalanando mi
furtiva existencia.
Quiero ser el
espejo donde te miras
el reflejo de tu
imagen divertida,
el licor que sacie
tus premuras
las alas que te
llevan a las nubes,
Quiero reflejarme
en tu pupila
en el lago cristalino
de tus ojos
que mis manos sean
tu guía
explorando tus
caricias consentidas.
Quiero que me
quieras, nada más,
que me abraces con
ternura
sin una sola
disyuntiva en tu zaguán
que me des un “sí”
ante el altar
que prometas
borrar mi soledad
que me cobijes
entre tus caderas
que me dones toda
tu lealtad.
EL COMBATE (1)
Tenía los
ojos fijos en ella, la escultural figura lo miraba desafiante mientras su pecho
se movía rítmicamente a causa del cansancio. El combate se había prolongado más
de lo esperado y ambos contendientes se encontraban agotados por el esfuerzo.
Earvin miró a la esplendida mujer que tenía delante, observó el fiero brillo de
sus ojos de gata dispuestos a destrozarle el corazón de una estocada. Su mente se
trasladó a otros momentos y otros lugares, un tiempo en el que la mujer que
tenía delante había reinado en su vida destilando momentos de efímero placer,
por un instante pareció que su corazón blindado al dolor flaqueaba atravesado
por los recuerdos de una felicidad huida tiempo atrás. Aún hoy, no conseguía
entender como podía estar combatiendo con la mujer que amaba, no comprendía la
traición que le atenazaba las entrañas como un abrazo mortal. Le había dado
todo a esa arpía que ahora tenía delante, había renunciado a un reino, a una
vida cubierta de gloria, a la grandeza alcanzada en los campos de batalla, a
los placeres mundanos por satisfacer sus peticiones, por rodearla de una
felicidad que la hiciese inmune al dolor. La miraba con la rabia acurrucada en
su alma, con el corazón encogido por el dolor, aún la amaba con la fuerza de
mil gigantes, aún iría a las mismas puertas del infierno y se enfrentaría a una
legión de demonios hambrientos de su alma por arrancarle una sonrisa de sus
pérfidos labios. Había sido un poeta acomodado entre los brazos de Hanna, así
se llamaba la mujer que lo miraba con desprecio, la mujer que un día cercenó la
felicidad de su vida y huyó en busca de un paraíso que nunca encontró. La
persiguió durante años, derrotó a enemigos formidables, venció en batallas
colosales y con el paso del tiempo y de las guerras llegó a convertirse en
leyenda. Un guerrero formidable, un héroe dispuesto a sacrificar su vida por
derrotar a la injusticia. Una sonrisa se dibujo en sus labios, aquellos que
contrataban sus servicios, quienes buscaban al mercenario que no temía a la muerte,
no sabían que él ya había muerto mucho tiempo atrás, aniquilado por las
pérfidas palabras de una valkiria sedienta de poder y gloria. No temía a la
muerte porque estaba muerto, había regresado del infierno en el que luchó
durante largo tiempo pero su alma quedó atrapada allí, luchando por escapar de
una prisión de sentimientos que se había convertido en una eterna jaula dorada
de dolor, resignada a vivir en el mundo de los muertos, esperando la llegada de
un cuerpo que aún no sabía que había muerto hacía mucho, mucho tiempo. Durante
la búsqueda de sus sueños perdidos había luchado con tantos enemigos y había
matado a tanta gente que el único retazo de humanidad que le quedaba estaba
sujeto a la mujer con la que ahora luchaba dispuesto a sellar su destino para
siempre. Sabía que fuese cual fuese el resultado del combate que se estaba
desarrollando él iba a perder. Si vencía mataría el amor eterno que sentía por
un ser carente de sentimientos, si era derrotado moriría bajo el frío acero de
un corazón aún más frío, pero si algo tenía claro era que su orgullo le impedía
morir a manos de aquella persona que ya lo había matado una vez, esta vez no,
contaba con todos los medios para derrotar a un ser vil, a una arpía de pechos
turgentes y cálidas caderas, no esta vez no pensaba perder.
Una ráfaga
de aire helado le devolvió a la realidad, al combate fratricida con su pasado.
La mujer que tenía delante era morena, de piel blanca y ojos azules como el
cielo infinito, de una claridad diáfana. Un cuerpo esbelto repleto de curvas
seductoras y músculos que afianzaban aún más su feminidad y despertaban sus
oscuros deseos. Cuantos hombres, cuantos grandes guerreros habrán sido abatidos
por esos encantos pensó Earvin. Cuantos corazones habrán dejado de latir
amparados en el acero glaciar de unos cálidos brazos y unos labios prometiendo
placeres inconfesables. Por un momento una leve sonrisa apareció en sus labios,
una mueca casi inexpresiva de una historia que estaba a punto de alcanzar el
desenlace final. El pelo le caía sobre los hombros como una cascada de negras
promesas, cubriendo parte de su espalda desnuda. Un mechón rebelde se deslizaba
travieso por su rostro cubriendo uno de sus preciosos ojos. Cuanta belleza para
un corazón tan turbio, se hubiese perdido en las curvas de su cuerpo para
siempre, una vez lo hizo y fue muy feliz durante unos instantes que parecieron
una eternidad. Movió la cabeza con rabia, esos pensamientos demostraban su
enorme debilidad ante el adversario que tenía delante, no podía flaquear, la más
mínima duda le llevaría al lugar donde descansan eternamente los valientes. Su
adversario se movió con lentitud mientras las espadas describían movimientos
suaves en sus manos, las sujetaba con firmeza, unas armas talladas con absoluta
exquisitez que concordaban a la perfección con su dueña, finas líneas
prometiendo una muerte certera.
Hanna se
lanzó al ataque golpeando sin piedad, cada movimiento de sus espadas se
encontraba con la muralla defensiva de su adversario, los golpes eran repelidos
uno tras otro con furia. Una lluvia de ataques buscando terminar un combate que
se hacía interminable, golpe tras golpe Earvin retrocedía parando cada uno de
los ataques pero perdiendo un terreno que se hacia precioso. Los ojos de Hanna
brillaban con la rabia contenida, su garganta profería gritos que acompañaban a
cada golpe como un canto desesperado de muerte. Una de las espadas alcanzó el
torso de Earvin abriendo una brecha en su abdomen por la que comenzó a manar
sangre de forma abundante, pero él apenas si sintió la herida. Retrocedió aún
más de un salto y se preparó para un nuevo ataque. Ella lo miraba desafiante,
mientras su pecho continuaba subiendo y bajando con asombrosa rapidez. El
cansancio comenzaba a hacer mella en su cuerpo, sus movimientos felinos se habían
tornado más lentos y torpes, pero conservaba toda la rabia contenida, quería
matar a ese individuo, desterrarlo para siempre al mundo del olvido y mandar su
alma al infierno de donde nunca debió salir, ella no sabía que eso ya era
imposible, no se puede matar aquello que esta muerto. Earvin sonrió con
amargura y de sus labios tan solo salió unas palabras.
-
Esta vez no, mi amor, esta vez no puedes dañarme.
Ella grito y se lanzó de nuevo a
un ataque sin descanso buscando la muerte de quién le había dado todo, era el
único que conocía su historia, la única persona que conocía todos sus secretos,
todas sus debilidades, el único que conocía lo pérfido de su corazón y las
traiciones que le habían llevado a ostentar todo el poder del que gozaba en
estos momentos, y no estaba dispuesta a perder todo eso por una historia de
amor que para ella ya no significaba nada. Tenía que haberlo matado cuando tuvo
la oportunidad, cuando estaba de rodillas ante ella y suplicaba que no se
marcharse, cuando las lágrimas bañaban su rostro y pedía a gritos una muerte
que le alejase para siempre del dolor, había sido un error, el único error de
su vida, debía haber acabado con él en ese instante y ahora los fantasmas del
pasado la acosaban. Las espadas describían círculos en sus manos buscando dar
el golpe de gracia que pusiese fin a una historia inacabada, una historia que
tenía su final en los Montes Perdidos.
Earvin paró el último golpe de su
contrincante y su puño se estrelló contra su rostro, Hanna salió como impulsada
por un resorte y cayó de bruces a varios metros de distancia, rodó sobre sí
misma y termino en pie a diez metros de distancia. Sangraba con profusión por
la nariz, la sangre resbalaba por sus labios
y goteaba sobre su pecho. Sus
ojos destilaban un odio irracional, por un instante Earvin pensó que eran los
mismos ojos de un demonio los que tenía delante. A pesar del amor, del dolor,
de la traición, de las promesas incumplidas y las heridas abiertas no podía
dudar ni un instante, la más mínima duda le costaría la muerte y en estos
momentos no estaba dispuesto a morir a manos de la zorra que tenía delante.
Esta vez fue él el que se lanzó a
por su rival. La espada que había quitado la vida a tantos y tantos tiranos, a
cientos de demonios y a todas aquellas aberraciones que se habían cruzado en su
camino buscó el corazón de la mujer que tenía delante. Ella se preparó
esperando la acometida, giró sobre si misma esquivando la primera estocada y
una de sus espadas intentó alcanzar el cuello de Earvín, éste se agachó evitando
el golpe final, su espada cambió de dirección y se hundió en el hombro de Hanna
mientras una patada en la rodilla la mandaba al suelo y le hacía perder una de
sus espadas. Ambos terminaron en el suelo pero Earvin se levantó con rapidez
observando los intentos de su contrincante por recuperar la vertical. Ella se
apoyo en la espada y consiguió levantarse con un enorme esfuerzo. La espada de
Earvin empapada en la sangre de ella miraba al suelo y unas gotas escapaban de
su filo estrellándose en el suelo y mezclándose con la tierra. Ella había
perdido la mirada desafiante, ahora sus ojos reflejaban miedo, el miedo a ver
la muerte tan cercana, jamás había tenido que enfrentarse a ella, siempre había
conseguido esquivar sus embates y burlarla pero finalmente la tenía delante
dispuesta a cobrarse todas las mentiras y traiciones de su oscuro corazón.
Dejó caer la espada al suelo y
miró suplicante a su rival. Earvin se acercó a ella con la espada en la mano
hasta llegar a su altura. Sus ojos negros reflejaban la eterna tristeza que
atenazaba su vida, sus ojos se encontraron como años atrás y él no pudo evitar
que una sonrisa apareciese en sus labios, de repente ella se desplomó y él dejó
caer la espada y la cogió entre sus brazos para evitar que cayese. Sabía que
acababa de librar al mundo de un ser horripilante, que la preciosa mujer que se
moría entre sus brazos había cometido muchas atrocidades para su propio
beneficio y que alguien tenía que erradicar su existencia de la faz de la
tierra, había sido él. El único ser humano que la había amado aún sabiendo lo
que era, que habría dado su propia vida por retener la felicidad a su lado
eternamente, había sido quién acabase con su vida para siempre. Las lágrimas
surcaban su rostro, mudos testigos de su eterna devoción mientras los últimos
vestigios de una vida escapan entre sus brazos.
-
Lo siento, dijo ella.
Earvin no dijo nada, sus labios
se acercaron a los de ella y se fusionaron en un beso eterno que apenas duró
unos segundos, cuando sus labios se separaron ella ya estaba muerta, el azul
infinito de sus ojos se reflejo en los ojos negros, como la misma muerte, del
guerrero. La abrazó contra su pecho mientras lloraba como aquel niño que huyó
de su vida cuando ella lo dejó. Se levantó con ella en brazos y la depositó con
toda la dulzura del mundo sobre unos lirios que crecían silvestres, excavó con
su propia espada la tumba donde descansaría eternamente su corazón y allí en
los Montes Perdidos dejó enterrada para siempre su vida.
“Aquí yace el corazón de un
guerrero”
ODA A LA AUSENCIA
Siento el vacío de tus palabras, la ausencia de tus verbos
correteando entre los detalles de mi vida mundana. El silencio pasea de mi
mano, me abriga de un invierno sin el brillo de tu voz, sin el calor de las
estrofas que componen el poema gastado de mi trémulo trovar. Las horas aciagas
del día llenan mi espera con el sigilo de tus vocablos. Soy un huérfano de tus
secretos, un mártir de los murmullos que me traen las notas indelebles de un
sabor a tiempo consumido.
Tus palabra son preciosas, una ráfaga de aire fresco recorriendo las sendas abandonadas de mi deseo, una brisa de tímidos sentimientos que extasían mi sentidos. Cada frase me cautiva como los hermosos fotogramas en blanco y negro de las películas clásicas que tanto admiro. Me hallo perdido por los intrincados caminos de la soledad y es tu voz la que me guía e impide que me pierda para siempre en la nostalgia de momentos escapados de mis manos y perennes en mi mente. Quisiera mirarte a los ojos y contarte sin palabras cada uno de los sentimientos que me invaden, quisiera coger tu mano con el suave roce de un suspiro y dejarme invadir por una felicidad que nace a borbotones de lo más profundo de mi ser. Pero ahora no te hallo, solo encuentro el ayuno de tus labios mudos, el papel inmaculado manchado con garabatos que no dicen nada, un suave deslizar de letras que no componen palabras, un desfile de vocablos que no dibujan frases, un paraje de textos sin sentido que marchitan mi esperanza.
A veces, solo a veces siento que el mundo me abruma, que el tiempo es un tirano que me aleja de tus brazos, que tu pecho es el atrio donde descansa mi premura y quiero correr en pos de ti, de tus sueños de princesa, de tus labios de alhelí. Observo el cielo, en las claras noches de verano que me brinda esta hermosa tierra mía, y te busco escondida en el brillo de tantas y tantas estrellas, el cielo es tan inmenso y tú tan chiquita que a veces pienso que nunca te podré encontrar, que mi búsqueda es un camino sin final ni retorno, que brillarás eterna en un cielo al cual nunca podré acceder. Alzo mi mano y parece que te rozo con la yema de mis dedos, que estas tan cerquita que puedo acariciar el brillo de tus ojos con la palma de mi mano, tan solo es un espejismo, un juego cruel de perspectivas que te alejan de mis sueños, y vago perdido cada noche en un laberinto poblado de estrellas que brillan presumidas en un firmamento cuajado de tu ausencia, en una pléyade de luceros que en la inmensidad de la distancia se tornan fríos e inalcanzables, una belleza distante y ausente que ilumina retazos de mis ansías.
He de volver a mi mundo, un mundo donde mi corazón suspira por tus labios, donde mi pecho se conmueve esperando el sabor a chocolate de cada uno de tus besos, donde tu nombre sabe a felicidad y tus palabras a algodón de azúcar. Donde todo es posible y nada hay prohibido, donde la belleza de tu cuerpo es la prisión donde descansan mis sentidos.
Un beso mi princesa de cuento, mi caperucita roja perdida en un bosque donde el lobo es el tiempo que devora tu presencia.
Que aburrida es tu ausencia, que insulsas las horas huérfanas de tus palabras y tus besos.
lunes, 30 de julio de 2012
POEMA 21: (1987) SOLEDAD
El
enjuto y milenario árbol
se
yergue, guardián desafiante,
en
el árido camino
que
conduce al hastío,
sus
hojas, moribundas,
apagadas
y rojizas
lo
abandonan a la muerte,
triste,
con un soplo de vida
su
extirpe muere con él.
El
viento lo acaricia
con
mesurable placidez
y
en su férrea soledad,
recuerda
orgulloso
mil
fogosas primaveras
que
para él, ya no volverán.
Árbol
de tronco carcomido
de
entrañas que aún rugen
te
aferras a la vida
con
furia desbordada;
tú
sabes mi leal amigo
que
tu viejo tronco
se
doblega en silencio,
inerte
y altanero.
Volveré
por el árido camino
y
tú ya no estarás,
y mi corazón se hará
eco
de
tu férrea soledad.
HAY DÍAS..........
Hay
días grises,
turbios,
aciagos,
broches
de turquesas
heridos
por el llanto.
Hay
días celestes,
espléndidos,
cálidos,
aromas
de jazmines
bostezando
a la alegría.
Hay
días celosos
gladiadores,
perezosos,
guerreros
de claridad
abatidos
por las horas.
Hay
días hermosos,
radiantes,
perfectos,
poemas
de luz
prendidos
en los ojos.
Hay
días incómodos,
insolentes,
altaneros,
coronas
de espinas
ceñidos
al hastío.
Hay
días insolentes
pendencieros,
egoístas,
desfile
de protestas
decorados
por la pena.
Hay
días coquetos,
traviesos,
juguetones,
estela
de sonetos
masticando
el orgullo.
Hay
días llorosos,
perdidos,
tristes,
palacios
de nubes
paseando
su calvario.
Hay
días opacos,
frágiles,
quebradizos,
astillas
de cristales
clavados
en las manos.
Hay
días sinceros,
escuálidos,
serenos,
lágrimas
del tiempo
llovidos
desde el cielo.
Hay
días dormidos,
perpetuos,
aburridos,
cascadas
de reproches
atrapados
por los celos.
Hay
días eternos,
longevos,
perennes,
calima
de momentos
aferrados
a las tripas.
Hay
días………….
escritos
en la vida
versos
sin rima
tatuados
en la piel.
ÉGLOGA
Llegó de
madrugada,
sobria, serena,
silenciosa,
envuelta en
soledad,
fría como el
olvido.
Sus manos hechas
de pena
se posaron en su
alma,
un sudario blanco
y tosco
vistiendo un
cuerpo gris.
Lágrimas
inquietas,
hilos de cristal
rotos
arrancados de la
esperanza,
el ocaso de unos
lamentos
enmarañados en la
pena.
Llegó de
madrugada,
extraña, triste,
sucia,
sin coro de
ángeles,
sin promesas
baldías,
muda y ciega;
sencilla como el
silencio.
El vacío de sus
ojos
se posó en el
sufrimiento,
un ángel de alas
raídas
devorando el
tiempo marchito;
solo quedó la enjuta
nada
rompiendo en la
ausencia.
A LA MUSA QUE CUSTODIA MIS VERSOS
Escribo desde que el mundo era más dulce, más tierno. Cuando el algodón de azúcar sabía a felicidad y recuerdos eternos, cuando la fantasía corría desbocada entre campos plagados de poemas efímeros. Aún siento el aroma de mis primeros versos, mis primeras palabras dibujando sentimientos sobre el inmaculado desierto de cellisca que desafiaba mi inspiración. Aquella sala de estudio sencilla, humilde, casi espartana, donde se agolpaban mis anhelos y mis versos pugnaban por dejar su impronta con un trazo impreciso e infantil. Han pasado muchos años, un desfile de momentos y lugares, de alegrías y tristezas, que han forjado mi carácter y me han convertido en el ser humano que soy hoy. Mis versos han volado como golondrinas traviesas, haciendo cabriolas entre corazones amables, acariciando el tiempo como un soplo imperceptible de belleza cautiva, ajenos al mundo que les rodeaba. Pero un día, el aliento de un alma sensible se posó entre los raídos recuerdos de tiempos inmemoriales y mis versos florecieron gracias a la ternura de sus ojos, al roce de sus labios dibujando sonrisas ilusas, que diría su hija, y el verso se hizo mujer, y el perfume de sus palabras impregnó mi inspiración como un torrente de estrofas nacidas a la luz de sus caricias, como un parto infinito de versos que se enredan en las entrañas de lo prohibido y paladean el sabor a nostalgia de su cuerpo. Este blog es un homenaje eterno a la mujer que me devolvió mi poesía y despertó al poeta que dormitaba en los rincones oscuros de mi pasado. Este blog en un homenaje a Begoña, la mujer que acaricia con la estela de sus ojos, que besa con el roce de sus manos, que sonríe con la dulzura de sus gestos. Y es un regalo para todas las almas sensibles que se alimentan de poesía y sienten que los versos son besos dados con el corazón.
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