lunes, 20 de octubre de 2014

DE CORAZONES ROTOS Y AMORES INMORTALES

He vivido en el monte calvario. He aprendido que la vida no se compra con un talonario. Que hay días que no están en el calendario; que hay amores que se mueren por ser de diario. He consumido vidas que sabían a agravios, y he perfumado mi soledad con momentos muy agrios. He comulgado con la más absoluta insolencia, y he cumplido, por amor, la más dura de las penitencias. He sido preso modelo, y he llorado en el más estricto de los duelos. Huí de los labios que solo me hacían llorar; asustado porqué perdí mi don de soñar. He viajado por las entrañas del miedo, y he visto mujeres que casi me han dejado ciego. Me he disfrazado de lobo cuando solo era un cordero, y Caperucita, una noche de excesos, devoró hasta el último de mis besos. Me visto con sueños que ya solo son harapos, y cuando cierro los ojos recuerdo pasiones que solo duraron un rato. He alquilado corazones que sabían a tristeza, y huí de la falsa belleza, una noche cuando el amor se fue de visita, y ya nunca volvió. He sido mártir por encargo, y cumplí penitencia en corazones solitarios por condenas de besos robados. Salí de una prisión que albergaba sutiles encantos, y comprobé con espanto, que había perdido la vida por amores que rasgaban mi ilusión, y después de dejarles mis sueños doblados en el salón, supe que vivían en los sueños de otro corazón. Que tristeza abandonar un hogar que no era mío, pero lo sentía tan mío que jamás dudé de su propiedad. Nunca pensé que solo fuese un alquiler sin derecho a compra. Y aunque fui vagabundo por la tristeza del ancho mundo y la propiedad de mi amor se quedó embargada en palacios hechos de burdas caricias si que aprendí la lección. "Nunca cumplas condena por quién no merece tu corazón. Ningún amor merece cadena perpetua por regalarle la más absoluta devoción".
Ahora que vivo enamorado y mi corazón se recuesta en el regazo de una preciosa mujer, no puedo dejar de echar la vista atrás, y sonreír por las tristes lecciones que me dejó el ayer; y dar gracias a esa dulce princesa que me regaló un nuevo y esplendido amanecer. Ella me devolvió la capacidad de creer, me entregó su corazón, y junto a él, un amor que acaricia las entrañas de mi ser. Me enseñó que hay mujeres y mujeres, y que no siempre quien te sonríe te aprecia, y no siempre quienes te abrazan te respetan. Que hay amores que no valen ni un beso, y pasiones que no merecen derramar una lágrima. Que, a veces, quienes te dicen que te aman no sienten nada, mientras quienes te regalan su silencio se mueren por vivir en tu alma.



AL CIELO SIEMPRE SE LLEGA
A TRAVÉS DE LOS BRAZOS 
DE QUIENES TE REGALAN SU AMOR.
Y NO HAY ESCALERA 
QUE TE LLEVE A LA FELICIDAD
SI TU CORAZÓN VIVE
EN LA MÁS ABSOLUTA SOLEDAD.

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