El otoño viste de melancolía los días. Escribe con tonos ocres sueños que caen de los árboles y tiritan de olvido en el tiempo. Las calles vacías, el aire que pasea su nostalgia por las avenidas donde los árboles desnudan su belleza despacio. El frió que despierta, poco a poco, se despereza y estira sus entumecidos músculos inundando de escarcha los sueños que ivernan su espera. Es el amante que llega despacio, que desnuda los días de sol y los viste con el gris nublado de una tristeza que encierra momentos preñados de belleza serena. La lluvia se asoma a la calle con timidez, besando con sueños húmedos el aire que bosteza enamorado de frío. La luz deja paso a una triste maraña de colores marchitos que visten los días con ropajes enjutos hechos de escarcha y despertares encogidos de olvido. Los amaneceres se tiñen de egregio rocío y sueños de hielo que sacian su hambre de rayos de sol. La melancolía pasea su mustia belleza por las calles vacías mientras el tiempo bosteza hastiado de lágrimas furtivas. No hay alegría. El tiempo se hace añoranza y esquirlas de frío. Las tardes se duermen muy pronto. La penumbra abraza con furia a la claridad y las noches se hacen eternas, como promesas que nunca se piensan cumplir. Las calles se quedan desiertas, ya no fluye la risa, ya no se escuchan los niños dibujando alegría, ahora solo hay silencio huérfano de algarabía. Mi alma tirita, se mece en el gélido aire que ya no acaricia, se clava como un cuchillo en las entrañas del tiempo, y ya solo sueño con los cálidos besos de un verano, que vive tan lejos, que tan solo recuerdo sus días eternos hechos de luz.

LA MELANCOLÍA NO SIEMPRE ES TRISTEZA
A VECES, ALGUNAS VECES,
SE TRANSFORMA EN TÍMIDA ALEGRÍA,
PORQUE CUANDO LLEGA EL OTOÑO
LOS COLORES SE ESCRIBEN CON POESÍA,
Y EL TIEMPO SE HACE DULCE FANTASÍA.
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