jueves, 21 de mayo de 2015

CICATRICES EN LA ETERNIDAD

A mi princesa de labios de fresa. A mi Don Quijote huido de la realidad. A los besos que se quedan y a las mujeres que se van. A las historias que no cuentan nada y a la nada que sabe a verdad. A Calixto que aún busca a su Melibea, y a los amores perdidos que no pueden encontrar el camino a la felicidad. A las batallas que nunca se ganan y a las sonrisas que siempre se pierden. A las Dulcineas que no saben amar, que son sueños heridos en las almas de caballeros andantes. A ese flaco Rocinante, que herido por la edad, vive su última aventura. A las puestas de sol y los claros de luna. A la madrastra de Blancanieves y las princesas de cuento que flirtearon con mi juventud. A la tristeza que habita perenne en mi soledad y a la alegría fugaz que viene y va. A la hipocresía que pasea sumisa por los ojos de la mediocridad. A los falsos profetas que predican mentiras desde los púlpitos de la banalidad. A las historias de amor que no tienen un final feliz, y a los corazones, que alguna vez, cometieron un tímido desliz. A la tierna belleza que deslumbró mi pubertad, y a las amas de casa que juegan con la ingenuidad. A las canciones de Sabina y los poemas de Neruda. A la diosa fortuna que juega a dados con la infidelidad. A las musas esquivas que desvisten su belleza, hecha palabras, en la intimidad. A las miradas que te acarician sin tocar, y a los besos que deseamos y nunca podremos dar. A las rimas que construyeron mis sueños y a los sueños que se hicieron poemas en el alma de alguna que otra mujer fatal. A las adolescentes que dibujaron un mapa de besos en los labios de la necesidad. A las maduritas que humedecieron con placeres ocultos mi castidad. A los juegos de manos que se juegan en la oscuridad y a las palabras hermosas que roban las ganas de llorar. A las sirenas de canto meloso que te alejan de la fatalidad, que cuando te besan los sueños se hacen realidad. Al tiempo que todo lo cura pero deja horribles cicatrices en la eternidad.


A los amores de paso, que en la ternura de sus abrazos, se escriben puestas de sol.
A los amores eternos, que en la dulzura de sus besos, se dibujan claros de luna.
A todas las mujeres y a ninguna
A todas las damas ardientes que escriben sus vidas con preciosos actos de amor.

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