NO HAY SOLEDAD SI TU CORAZÓN NO SE SIENTE SOLO
domingo, 17 de mayo de 2015
SOLEDAD HECHA DULZURA
Cantaba al viento que se enredaba en su cuerpo, que besaba con labios invisibles su piel desnuda. La brisa le susurraba poemas de amor dibujados con caricias aéreas que se desvanecían en la nada. La luz se hacía arco iris cuando tocaba la inocencia de su belleza etérea, y vestía el deseo con una paleta de colores excelsos que reclamaban besos luminosos. Acariciaba el tiempo con el tacto suave de un millón de recuerdos, y a veces, se recostaba sobre la hierba fresca y dejaba que su imaginación corriese desnuda por los campos de la locura. Amaba la soledad, el silencio correteando por caminos antiguos de un alma que olvidó sus viejos sueños y recostó la cabeza en la belleza cautiva de promesas sublimes. No necesitaba nada, solo el aire puro que desprende la felicidad cuando te acaricia y no exige deseos, el rumor de la necesidad que se aleja con pasos suaves y deja un olor a nostalgia que se va diluyendo con el paso del tiempo. A veces, cerraba los ojos, para soñar un poquito, para recordar que la vida se muere si no la alimentas con besos, que vale más una sonrisa sincera que el parloteo anodino de corazones vacíos. Dejaba que las noches se hiciesen eternas, que las estrellas cantasen un coro divino de notas celestes, que los amores de paso se quedasen, solo un ratito, a compartir anhelos divinos, y nunca derramó lágrimas cuando partían hacia el horizonte infinito. Se dejó la tristeza en un cruce de caminos y corrió libre por las sendas efímeras que esculpen destinos. Paseaba, sin prisa, por corazones hechos de sueños, y muy de vez en cuando, dejaba que el roce suave del tiempo le hiciese cosquillas en los recuerdos. Nunca volvió a alimentarse de amores que habían caducado, porque ahora desfrutaba del amor bocado a bocado.
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