viernes, 30 de mayo de 2014

DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS

He vuelto a recorrer los caminos de la felicidad, porque a pesar de los recuerdos y las deslealtades, he encontrado la senda que me lleva al corazón de alguien que me hace feliz. Necesitaba irme, alejarme de las necesidades de personas que no creían en mí, blindar mi corazón a sentimientos no correspondidos que atravesaban mi corazón como una lanza de angustia que no me dejaba, respirar, vivir. Dicen que no hay mal que por bien no venga, nunca creí en esa frase, cuando te rompen el corazón, roto está y no hay persona o lugar que pueda recomponerlo en esos momentos, y si consigues restaurar los pedazos nunca volverá a latir igual. He luchado tanto tiempo por personas egoístas, he ante puesto mis necesidades a las de ellas, que olvidé que yo también necesitaba ser feliz. Han luchado tan poco por mí, que ahora desde la lejanía y con otra perspectiva sé que estaba en el lugar equivocado y con las personas equivocadas. Personas que no merecían todo aquello que les he dado, y ha sido todo. Es fácil acomodarse y dejar que aquellos que te aman te lo den todo sin arriesgar nada, es treméndamente fácil, es cómodo y nos hace infravalorar a la persona que lucha por nosotros por el simple hecho de estar ahí y trabajar sin descanso por regalar felicidad y alejar a las personas que amas de los problemas. Siempre tengo en mi mente una frase que ahora me hace mucha gracia: "Soy una mujer fácil porque hago las relaciones muy fáciles". Una gran mentira disfrazada de misoginia, porque cuando llegó el momento de luchar prefirió iniciar una guerra sin sentido donde mi amor fue devorado poco a poco por la ignorancia y los celos. Nunca fue fácil, pero terminó siendo un infierno donde mi amor campaba desorientado, y lo que aún es peor, herido de muerte. Prefirió negarme sus besos, sus caricias, en lugar de regalarme un amor como el que yo le daba cada día. Una pena la estupidez humana, una pena no valorar lo que tienes y luchar hasta la muerte por ello, pero eso demuestra lo poco que le importaba mi amor, y sí lo mucho que primaba el interés personal. Tengo grabado a fuego muchas cosas en mi memoria, muchas, pero jamás olvidaré el "no te quiero José", y "¿dónde vas José?, tú tienes que seguir conmigo y continuar haciendo lo mismo que hacíamos". Me echas de tu amor, de tu cama, y no como una señora, no, como una pésima persona, a la que ahora hasta me da pena mirar, pero aún quieres mantener mi amistad cuando la mataste sin ningún miramiento. El egoísmo me da náuseas. Ahora vivo en otros mundos alejado del mundo que amaba, pero no echo de menos nada, porque cuando me fui entendí que no había nada por lo que mereciese la pena quedarse, y eso que luché hasta la extenuación por estar a tu lado. He caminado por la soledad de mi conciencia, he vivido en los corazones de personas que me han visto llorar, he soñado con amores que solo las mujeres fatales pueden calmar, he sido un vagabundo perdido por el mundo hasta que llegué a las puertas de su corazón. Toqué a las puertas del cielo con el dolor que manaba de mi duelo, y su sonrisa me hizo olvidar que mi mundo estaba muerto, sus manos curaron mis heridas con mimo, sus ojos me señalaron el camino que debía seguir mi corazón, y sus labios me dieron una vida hecha de besos donde descansa para siempre mi alma. Solo puedo darte las gracias por enseñarme que no eras la mujer que siempre soñé, solo puedo decirte que no te olvidaré pero no te echaré de menos, tú a mi sí, y que el mundo que te rodea, ese en el que ahora vives, tú y tus hijas, ese mundo siempre estará huérfano sin mi presencia. Qué seas muy feliz, porque yo al contrario que tú te amé sin dudas ni recelos, porque yo que ahora vivo en otro corazón viví en el tuyo sin miedos. Gracias por echarme de tu vida, gracias por enseñarme que hay otros mundos preciosos en los que vivir, que hay otras mujeres cuyo corazón sí que merece la pena amar. Gracias y hasta nunca. Me despediría a lo Neruda, pero tú y yo sabemos que no lo mereces.

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