lunes, 26 de enero de 2015

NORMAS DE CONDUCTA

Cuando a la gente le molesta tu felicidad es porque ellos viven atados a la tristeza. Cuanto tu sonrisa despierta envidias es porque hay labios que nunca supieron sonreír. Cuando hay corazones tan necios que quieren regresar al pasado es porque están angustiados del presente, pero no saben que si matas los momentos compartidos ya no puedes volver a ellos . No es necesario destruir otras vidas para vivir la tuya, y si piensas así es porque como persona no tienes valor alguno. Nunca se ha de volver a los corazones que no te quieren porque solo puedes traer infelicidad. Son lecciones básicas de buen comportamiento. Las personas sensatas, que ya no digo las buenas personas, saben cuando las guerras han terminado y retirarse antes de que una derrota se convierta en un genocidio. Pero convertir una victoria en una guerra de guerrillas es de estúpidos, transformar la placidez del paso de los días en una apología de la rabia contenida es atentar contra las normas de la convivencia y la buena conducta. Tan malo es no saber ganar como no saber perder. Cuando se inicia una guerra, algo que no debería pasar nunca, pero pasa muy a menudo, y en esa guerra combaten corazones que antes fueron uno solo, se infligen daños tan profundos que no basta una sola vida para curar esas heridas. No son tus enemigos los que te hacen llorar, porque sus actos no te importan o los esperas con el abatimiento que da la certeza. Son tus amigos los que pueden robar tus lágrimas cuando deciden que el daño no importa pero si los beneficios. Cuando el egoísmo se coloca su armadura y toma la katana del odio, y sale a cercenar sentimientos de forma indiscriminada, cuando olvidas que una vez pusieron una vida a tu servicio. Dice un refrán que "es de biennacidos ser agradecidos", y cuando algunos seres humanos olvidan que tú llenaste su vida de belleza y solo recuerdan cuando se hallaban al borde del abismo, entonces no hay nada más que decir. Cuando te lanzas, por decisión propia, a ese insondable abismo que es la vida no puedes culpar a los demás de tu caída, no puedes gritar a los cuatro vientos que te han empujado, porque tú sabes mejor que nadie que no quisiste tomar la mano salvadora cuando te la ofrecieron. Que preferiste lanzarte a la muerte y escupir a la vida. Culpar a los demás de tus errores es algo que va implícito en los genes de los cobardes. Si tomas decisiones, y son malas, tendrás que aceptar las consecuencias, y no ir por la vida culpando a otros con palabras escritas con mentiras. Cuando el odio anida en los corazones mata a todos los demás sentimientos y pasa a cuchillo a la razón. Intentar herir de muerte a las personas que se marcharon de tu vida, que se fueron para no morir de inanición de cariño es de una bajeza suprema. Intentar herir a las personas que no conoces para hacer daño a quienes no lo merecen es de ser gentuza, y de esa jodida palabra creo que todos sabemos mucho, pero unos mucho más que otros. Me aflige que nadie recuerde todos mis esfuerzos, la lucha continua por preservar la felicidad, todos los besos y las risas que regalé sin pensar en nada más. Que ahora, cuando el fragor de la batalla acabó y me marché derrotado, solo escupan mentiras por la tristeza de sus labios. Que no besen todos los momentos compartidos y cuando me vean tan solo sientan odio y ningún agradecimiento; como si yo tuviese la culpa de sus pésimas decisiones. Solo son normas de conducta, pero algunas personas deberían practicarlas con mayor asiduidad, y no ensuciar los recuerdos ni las vidas de todos aquellos que, ellos mismos, dejaron atrás.



A nadie importa donde encontré el amor. A mis enemigos porque solo quieren mi destrucción, y a mis amigos porque solo quieren mi felicidad. Pero si alguien daña a las personas que quiero que recuerde que tarde o temprano le alcanzará mi venganza, que nunca dejen de volver la vista atrás, porque yo nunca olvido, nunca. Perdono todo el daño que me hagan a mí, todo, pero no perdono ni una esquirla del daño que le hagan a las personas que amo. Así que seamos civilizados y cumplamos con educación esas jodidas normas de conducta.


La venganza se presenta cuando menos te los esperas y en la figura de quien menos deseas. Es mejor no provocar al destino porque sus negras fauces te pueden devorar sin ningún tipo de compasión.



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