sábado, 9 de agosto de 2014

LA MALA EDUCACIÓN

No soporto a las personas maleducadas, y yo he convivido muchos años con algunas de ellas. Aún no sé como, pero lo he hecho. Esas personas que cuando gritan piensan que la razón les va a coger de la mano y les va a dar un beso de hermanos, ¡pobres ilusas!. Esas personas que usan los insultos como moneda de cambio, y no saben, que son ellas las que dejan su fascismo rastrero allá por donde pasan. Que se creen que la educación de los demás les hace superiores, y solo son pobres almas que viven atadas a la mediocridad de sus ideas. Detesto su conversación, sus palabras altisonantes que dejan un regusto rancio a pena y asco. Prefiero mantenerme lejos de ellas, no escuchar sus continuas tropelías que hacen daño a los mismos cimientos de la razón. Las escucho vociferar y sonrío, porqué sé que sus mismos insultos desmiembran sus argumentos, y en el fondo solo son pobres almas que se alimentan de su propia ignorancia. En lo más hondo de mí las compadezco por su falta de cultura, de principios y de ideas. Dicen que la ignorancia es la felicidad, si es cierto, sí que envidio la alegría constante en la que viven, "con tono muy irónico".
Doy gracias al cielo por tener principios, por cultivar la educación en cada momento, por pensar antes de hablar, y por no usar las palabras para herir de forma indiscriminada. Yo que siempre intenté que aprendiesen modales me he ido tal como las encontré, como una vez, dijo uno de sus maridos: siendo un monumento a la vulgaridad y un homenaje a la mediocridad. Con lo poquito que cuesta ser educada y tener buenos modales, pero es complicado hacérselo entender a personas que han vivido en los arrabales de la necedad, y ahora solo conocen esa verdad. Mientras estén lejos de mi vida que paseen su insolencia, sus malas maneras y su grosería por el mundo y se la regalen a quienes la sepan apreciar, yo sintiéndolo mucho me bajo en esta estación, que ya bastantes injurias ha soportado mi corazón.
Y prefiero que me llamen gentuza, incluso hijo de puta, siempre y cuando se mantengan lejos de mi vida. Que les regalen los oídos a otros, que bastante me los han regalado a mí. Solo les deseo lo mejor, porque con esa actitud y esa poca educación, de verdad, que lo van a necesitar para vivir.

Va por todos los seres humanos, y otros no tan humanos, que han tenido a bien regalarme sus insultos y sus malos modales, para todos ellos mi más sentido pésame.


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