Una vez te dije que te amaría siempre, que el tiempo que todo lo borra nunca podría borrar mi amor. El tiempo ha pasado, despacio, sin prisas, ha paseado su tímida figura por cada uno de mis días, y para mi sorpresa, ese amor que se moría lejos de tus labios ausentes, ha sobrevivido, pero no por ti. Tú te has convertido en un recuerdo, mal recuerdo, del pasado. Mi amor que te visitaba cada noche, ha sufrido amnesia de tus besos y ya no quiere ni recordar tu nombre. Me acuerdo de ti, es la penitencia que conlleva una devoción eterna, pero cada uno de mis pensamientos, que antes te lloraban cada noche, ahora juegan a momentos felices con amores que no son el tuyo, con amores lejanos que vienen a verme cuando duermo, y que aún están en mi cama cuando despierto. No me gusta romper mis promesas, pero creo que no podré amarte siempre, el motivo más importante es que no lo mereces, pero incluso eso me parecía una nimiedad hace un tiempo. No eres una buena persona, me ha costado horrores reconocerlo, y he gastado tanta pena en estos meses peleando contra mi corazón y mis amigos que ya apenas me queda; solo me queda el regusto amargo de una nostalgia que agoniza en las fronteras de un presente que nada tiene de ti. Siento decirte que el amor que te profesaba ya no existe, que los rescoldos de tus palabras queman mis entrañas, que lo único que ha quedado en mi corazón, y está grabado a fuego, son todas las malas maneras y todos los insultos que has tenido a bien regalarme estos meses, incluida la prohibición de ver a tus hijas y entrar a tu casa. Eso, Bego, eso, dice mucho de la persona que eres, pero mucho. Yo he cumplido tus deseos, con todo el dolor de mi alma, pero te dije que me iría de tu vida y huido estoy, en busca y captura, por todos los besos que me llevé cuando me fui; besos que he ido perdiendo por los tortuosos caminos del olvido; ya no me queda ninguno. No recuerdo tus besos Bego, me moría por ellos, y no recuerdo su sabor, ni el contacto de tus labios, lo he olvidado todo y me duele, pero no me importa; ahora lo entiendo. Lo que no consigo entender es que continúes en mi vida, yo me he ido de la tuya por deseo expreso tuyo. Entonces, ¿qué haces tú en la mía?. Yo no voy a molestarte, de hecho me da igual donde estés y con quién, procuro no ir a donde estás porque no deseo ni verte. Si me has expulsado de tu vida, explícame que demonios haces tú en la mía.
Una vez te dije que te esperaría siempre, que mi amor velaría tu vuelta hasta el fin de los tiempos. Mi amor se murió donde habita el olvido, se murió de nostalgia mientras esperaba algo que nunca iba a suceder, y resucitó en los brazos de otra mujer. Porque tú no lo sabes, pero hay mujeres que cuando miran regalan la vida, tú no lo puedes saber, me di cuenta cuando salía de tu casa y dejaba a tus hijas en ella. Me dí cuenta cuando en tu dormitorio me dijiste que me merecía todo lo que me había pasado; tú fuiste capaz de escupir por tu boca todo eso mientras llorabas. Yo intenté consolarte, pero no llorabas de pena, llorabas de rabia, porque es lo único que alberga tu corazón, rabia. Y aún así me prometí esperarte, pobre idiota, esperarte a ti, que has tenido la indecencia de pasear por mi vida tus amores y encima jactarte de ello. Que me has regalado la tristeza, y has restregado por mi corazón tus traiciones. No puedo esperarte, pero lo mejor es que ya no quiero esperarte. Vivo de prestado, es verdad, pero vivo en un corazón dulce, precioso, un corazón que me regala sus latidos; tú tuviste la indecencia de robarme hasta los míos.
Deseo tu felicidad, pero no a costa de la mía. Espero que tu egoísmo te haga entender esto, y sino lo entiendes vamos mal Bego, muy mal. Sé feliz, en brazos de uno o de mil hombres, como muy bien explicó una de tus hijas, pero no te acerques a mí, porque cuando estas en mi vida no te veo, pero te siento, y ese olor nauseabundo a sueños rotos no lo quiero cerca de mí.
Una vez te dije que cambié mis sueños por los tuyos. He recuperado mi sueños, los míos, los tuyos no me importan, si se mueren de pena o se revuelcan en el lodazal de una felicidad permanente, me es igual, créeme. Yo que te di mi amistad, que luché por ti cada día, y que no dormía cuando estabas triste, ahora no me importa tu tristeza, y duermo tranquilo muy lejos de tus sueños. Ni quiero migajas de tu alegría, no quiero ni uno de tus sueños que tanto defendí y en los que viví sin miedos. Quedátelos todos, pero no quieras vivir en los míos, porque entonces tendré que ponerme delante tuya y decirte, con la misma amabilidad con la que tú me has tratado, que no vuelvas a entrar en mi vida ni acercarte a mis amigos.
No hay nada más triste que romper una promesa, y yo esta noche rompo muchas. Esta noche dejas, oficialmente, de ser un sueño, ya no eres ni tan siquiera pesadilla, no eres nada, y nada significas para mí. Vete de mi vida y vive la tuya. Te lo digo desde la educación más selecta. Yo no voy a la puerta de tu casa a insultarte, y podría, como tú haces delante de la mía. No me obligues a romper la última promesa que te hice, porque eso me haría ser una mala persona, y no lo soy. De momento la mantengo, no me obligues Bego, no lo hagas. Aún conservas algo de mi, mi respeto, por favor, no lo pierdas.
Solo espero que leas esto, y sino lo lees tú, que alguien te lo haga leer.
No me importas, por favor, no hagas que tengas que volver a importarme.