jueves, 12 de junio de 2014
OTRA VIDA
Puedes ofrecerme otras vidas, pero ninguna será la mía. Ya sé que no la tengo, que la he perdido y solo queda el vacío que dejo su ausencia, pero no deseo vivir en otra vida. No sabría que hacer, que decir, a quien amar. No entendería el paso de los días y terminaría perdido en los caminos tras la estela de una vida que no era perfecta, pero era la mía. Dicen los poetas que mi vida vive en los ojos de una mujer que cuando mira crea versos que acarician la poesía. Vive en el pecho perfecto de unos pezones erectos que dibujan fantasía cuando la vida los excita. Otros me han dicho que no es cierto, que la han visto paseando por las caderas infinitas de mujeres que venden sus encantos por un puñado de besos. Que vive en el sexo cálido y húmedo del deseo donde cada noche disfruta de orgasmos que lamen la espera. Una vez alguien me dijo, que era feliz, que la había visto pasear por un corazón donde el placer camina desnudo sin pudor y los niños jugaban con ella. No lo sé, quizás mi vida esté mejor sin mí, tal vez la hice sufrir tanto con amores sin hambre que esta mejor allá donde esté, lejos de mi pensamiento. Un día un viejo sueño que pasaba por mi olvido me dijo que la había visto llorar, que alguien secaba sus lagrimas y le regañaba por no saber olvidar. Entonces tome un hatillo hecho de besos y un trozo de ilusión dura y comencé a caminar, a hacer camino sin más, a buscar una vida que por cobarde dejé atrás. Caminaba por el mundo y escuchaba por aquí y por allá: Esa vida sin dueño no deja de soñar, ayer paseaba cogida de la mano del amor y hoy se abraza con lujuria al deseo que besa al pudor. Caminé sin descanso, un día tras otro, pero solo escuché sonidos apagados de vidas que no iban a ningún lado. Una rubia platino me dijo que la había encontrado tirada por los caminos, que vivía de pensión en los atrios de la caridad, que había envejecido tanto que ya nadie la quería besar. Un amor de alquiler me dijo que no era verdad, que paseaba su excelsa belleza por las calles de la vanidad, que tenía tantos amantes que ya no sabía soñar. Tardé años, pero al fin la encontré, la contemplé desde mi corazón roto. Contemplé la belleza serena que manaba de un mar de sonrisas, la vi acariciar el destino con sus manos hechas de sueños. La vi tan hermosa, tan feliz que no me quise acercar. Esa vida ya no era mía, había aprendido a olvidar, ahora paseaba su dulzura por los atrios de la felicidad. Sonreí mientras dejaba el pasado atrás, era el momento de buscar otra vida con la que soñar. Una vida hecha con flores de azahar donde aprender de nuevo a amar. Y mientras me alejaba escuchaba la algarabía de su risa sincera, no volví la vista atrás, pero mis labios esbozaron una sonrisa, un homenaje eterno a una vida que ya jamás volvería a besar.
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