Una mañana de primavera perdí mi corazón y me decepcioné con personas que pensé que nunca me decepcionarían. Lloré por quién nunca me debió hacer llorar. Sufrí por quien vivía mi alegría. Tuve miedo de perder a alguien que ya había perdido. Llamé a tu número para escuchar un "te quiero" y tu voz sonó a palabras de duelo. Y me morí de tristeza por un corazón que era insustituible.
Una mañana de primavera hice amigos eternos que viven en mis recuerdos y perdí mi vida sin que nadie me lo dijera. Yo que vivía por ella nunca pensé que ella no viviese por mí. Yo que creía con toda mi fe en sus palabras solo vivía en sus mentiras, y una mañana de primavera perdí lo que creía que era mío pero nunca tuve. Una mañana de primavera me regaló la soledad de su compañía. Y me enseñó que perdiendo también se gana, aunque las lágrimas nunca se sequen, aunque las heridas nunca se curen, aunque el dolor sea un mal sustitutivo del amor, aunque no merezca la pena, ni un sagrado lugar en mi memoria. Sin arriesgar perdí y perdiendo gané porque hay amores que no merecen vivir en un corazón.
Yo lo sé y tú lo sabes, y con eso basta.
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