Te echo de menos como el mar añora la brisa que lo mece con descaro, como la princesa que llora su príncipe dorado, como la noche añora al día, como la cruda realidad añora a la pizpireta fantasía. Lloro porque mi tristeza es infinita, porque en los surcos de la vida tu sonrisa no es la mía, porque cuando el sol ilumina la mañana no es tu amor el que descansa en mi cama. Quizás hayas sucumbido a la melodía de amores de mercado, quizás la jungla de internet te haya alejado de mi lado, quizás hayas encontrado otras palabras donde dibujar un paraíso, quizás ya no recuerdes que mis manos modelaron tu alegría, pero el tiempo es un tirano que devora sentimientos, que hiere de muerte la nostalgia más altiva, y quizás en las tormentas de amores pasajeros sea tu corazón el que se rompa en mil pedazos. Cuando arrecie la tormenta, y tu alma zozobre en los mares del infortunio, no llores mi vida, no dejes que el dolor te impida soñar. Coge la vereda de mi mano, ahoga el llanto desolado, mírame a los ojos como si el tiempo se hubiese detenido y nuestro amor volviese del pasado.Hoy no me importan tus pecados, nuestra historia está escrita con besos regalados, con caricias que huyen de la prisa, con orgasmos acallados que erizan el silencio, con miradas escondidas que solo nosotros disfrutamos. Eso nadie lo sabe, siempre fue un secreto proclamado por mil voces, un rumor que la envidia siempre difundía. Como nos reíamos por tanta infamia tan mal disimulada, por las palabras que escondían verdades encendidas, por los momentos prohibidos que despertaban mares de entelequia donde nuestros cuerpos consumían un deleite sin final. Te echo de menos, no por todo lo que a lo largo del tiempo me has otorgado, sino por todo el amor que al huir tras la estela de promesas banales, tú corazón me ha denegado. Viajo solo, triste, el amor no existe en mi diccionario de pecados, el deseo es cosa del pasado, ya no me importan la belleza ni el sexo mal gastado, pero una palabra tuya bastará para que mi alma cometa todos los pecados.
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