viernes, 21 de marzo de 2014

TE SIENTO EN MI CORAZÓN

La vi vencida, con la belleza rota acurrucada en la cama. Un canto a la tristeza esculpido con el cuerpo de una hermosa mujer. Sus ojos buscaban el vacío del tiempo, las notas desafinadas de un amor que lloraba compungido. No quise tocarla, acariciar la triste belleza que manaba de su rostro hubiese sido un glosario de momentos rotos por la necesidad, y no había necesidad, tan solo silencios fracturados por palabras que besaban las curvas perfectas de un cuerpo esculpido por la melancolía, de un tiempo que escapaba de la habitación a borbotones por la herida sangrante de la duda. Quise que mis sentimientos se acurrucasen en los pliegues de su cama, que mis lágrimas encontrasen el camino de su rostro, que mis palabras besasen cada una de las palabras que se deslizaban de sus labios. Le dije que la amaba, que el desfile de sueños pasajeros que paseaban por su cama se perderían en el tiempo, y que solo mi amor, puro y eterno, viviría para siempre en su corazón roto por el desencanto. La miré, su belleza con sabor a melancolía lo llenaba todo, casi podía rozar su tristeza con la punta de mis pensamientos, casi podía besar su nostalgia con el roce de mi aliento. Estaba demacrada, un hermoso sueño roto recostado sobre el tiempo. Quería tocarla, decirle que todas las veredas de mi amor terminaban en ella, que mi corazón solo conocía el dulce sabor de su nombre pronunciado hasta caer extenuado, que cada momento a su lado era un canto de amor desesperado. Quería decirle tantas cosas y solo me quedé contemplando su llanto, el aroma a reproche que escapaba de sus labios, el sonido de "un no te quiero" que sabía a mentira. No la toqué, no quería romper el sueño de tenerla cerca, no quería que sus labios me expulsasen de su cama, que la noche se hiciese día, que la luz de la mañana me apartase para siempre de su vida.


De un genio para su ama

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