Y la princesa abrió los ojos, hermosos como un amanecer. Lo miró como solo se puede mirar un sueño y su sonrisa iluminó los rincones de su alma de guerrero. Acarició su rostro con la mano que había vencido a tantos enemigos y sintió un escalofrío recorriendo su cuerpo cansado. Contempló la belleza serena que manaba de su silencio y supo que su búsqueda había terminado, que había encontrado el amor que en cien mundos había buscado. La besó, sus labios sabían a fantasías y noches cálidas, y se perdió para toda la eternidad en los rincones de su cuerpo caliente que le regalaba el placer para siempre.
A LA PRINCESA RUSA QUE VINO DEL FRÍO
PERO SU CORAZÓN ERA UN VOLCÁN,
SUS BESOS QUEMABAN EN LOS LABIOS
Y SU AMOR CALENTABA MIS NOCHES.
A ELLA QUE SIN LUCHAR
CONQUISTÓ MI CORAZÓN DE POETA,
A ELLA QUE SIN ESPADAS
CERCENÓ MI PENA DE UN TAJO.
Y TOMO DE LA MANO UN AMOR
QUE VIVE POR SIEMPRE EN SU PASIÓN