viernes, 25 de julio de 2014
SUEÑOS HERIDOS
Cambié mis sueños por los tuyos, sin un atisbo de duda, sin un momento de miedo, porque solo quería vivir en tus sueños, formar parte de ellos. Regalarte la felicidad de convertir todos esos sueños en una dulce realidad. Nunca me importó dejar que mis sueños se perdiesen en los caminos que dibuja el tiempo porque era feliz en los tuyos, porque cada sueño que se cumplía era un canto de sirenas que ululaba en mi corazón, porque sí tú eras feliz yo también lo era. Nunca lo entendiste, nunca lo apreciaste, nunca llegaste a creer que tus sueños eran los míos, y por dejar de soñar me dejaste de querer, y por dejar de quererme yo lucho por poder olvidarte. Aún puedo sentir como tus sueños corren por las entrañas del pasado y se aferran a mi devoción, pero ya no son míos. En algún lugar de ese camino que recorríamos juntos dejaron de ser míos, no porque yo lo quisiera así, fue porque tú me los robaste y los hiciste solo tuyos. Me enviaste una orden de desahucio que me expulsaba de todos tus sueños para siempre, sin explicaciones, sin remordimientos, sin un plazo para que pudiese recoger mis ilusiones y me marchase sin tristezas. Viví en tus sueños tanto tiempo que olvidé los míos, que tuve que salir por los senderos de la vida a buscarlos porque estaban esparcidos por el mundo buscando un dueño que los hiciese suyos, y vagué por mundos hechos de dudas donde nadie era feliz, por paraísos donde las sonrisas sabían a nostalgia y los sueños se morían de pena en las calles, pero no los encontré porque no quería irme de los tuyos, no quería encontrar mis sueños y dejar que los sueños por los que luché tanto se perdiesen para siempre como si nunca hubiesen existido. Si no quieres no puedes olvidar, si no quieres no puedes encontrar tus sueños aunque los tengas delante, y yo no quería que los míos volviesen a mi corazón porque eso significaba la muerte de los tuyos. Que tristeza cuando, por fin, un día del mes de abril los encontré. Sucios, heridos, harapientos, al borde de la inanición, pero vivos. Los tomé en mi regazo como a esa niña que siempre soñé, y mientras mis labios les regalaban la ternura de mis besos los vi renacer, abrir los ojos un poquito, y devolverme la sonrisa que tú me quitaste. Sí, eran mis sueños y volvían a estar junto a mí, eran mis sueños traicionados que me ofrecían el perdón, que nada más verme sabían que la vida volvía a nacer, que había un nuevo comienzo, y que ellos eran el principio de algo que una vez se fue porque, tú no lo sabes, pero cambié mis sueños por los tuyos, y casi dejo que los míos se mueran de olvido en un corazón que nunca fue mío. Ahora que vivo en mis sueños, que sonrío cada mañana, ahora lucho a diario porque mi sueños se cumplan y nada me vuelva a hacer daño.
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